jueves, 30 de junio de 2011

Si tu piensas que soy invencible, no lo digas...

Si tu piensas que soy invencible
no lo hagas,
que tambien por ratos me deshojo
y me dejo arrastrar por el viento.

Si tu piensas que soy incansable,
no lo digas.
Puede que alguna vez me veas
arrastrando los brazos,
extenuada y sin aliento.

Si haz creìdo que soy aguerrida
¡Desengàñate!
tambièn cierro los ojos con miedo
y busco un refugio
que no tumbe el viento.

Pero si tu piensas que la tristeza me mata
¡Te equivocas!
Puede que hoy mi pena inunde mil mares
pero mañana una sonrisa
es lo que encontraras en mi boca.

Adiòs!

Cada “Adiòs” es una catàrsis.  Una palabra que inspira miedo porque nos avienta con los ojos ciegos a algo nuevo y desconocido.  “Adiòs” es el cierre de un ciclo que hemos terminado, que sabemos ya que ha concluido desde mucho antes de que esa palabra se suelte de nuestros labios. 
“Adiòs” es confiarnos al destino y ponernos desnudos en sus brazos nuevamente.  “Adiòs” es una palabra que duele, que dobla hasta al màs fuerte aunque sea por un rato. “Adios” es una despedida que pocas veces se lava con risas y otras muchas tiene que ahogarse con un vaso de  Aguardiente.  “Adiòs” es poner la cerradura en el punto final y tragarse la llave y perder la memoria.
Hay muchos “Adiòs” que han vendido su alma al diablo desde el comienzo: Se hacen ocultos para ti, aunque para los demás sean evidentes.  Esos son los màs amargos:  Los que sabes que se tienen que soltar tarde o temprano, pero se aferran a quedarse, quizás màs por costumbre que por necesidad.  Los “Adiòs” que ya tuvieron ensayos, los que todo el mundo los ve, los que son inevitables e ineludibles, esos son los màs difíciles de pasarse en un solo trago, porque se te atraviesan en la garganta y te asfixian y te ahogan...y sabes que los tienes que escupir  pronto y sin contemplaciones por que te estàn matando, pero tus manos pierden fuerza al llegar a tu garganta...
Hay un "Adiòs" al inicio de cada historia.  Porque una historia no concluye en esa forma, si no comienza una nueva.  "Adiòs" es un preàmbulo. Un inicio y  no una despedida.  Un baño de sangre al que te tienes que atrever a atravesar para abrir un circulo en tu vida mientras los otros se van rodando lentamente y despidièndose de ti con su mano temblorosa.


Hay un "Adiòs" que se contiene en mi boca pero no sè cuanto tiempo màs pueda quedarse callado...








miércoles, 29 de junio de 2011

Llueve...

Llueve.  Me sirvo una copa y arrimo el libro que vez tras vez me mira impàvido desde el sillòn.  Escuchemos jazz... si, esas piezas que pusieron el fondo la ùltima vez que nos vimos, tranquilas, deliciosas... Esas que tienen el mismo brillo de tus verdisimos ojos cuando me ves llegar en forma inesperada.   Sigue lloviendo.  Poco a poco miles de gotas brillantes forman figuras en los cristales de la ventana.  Pienso en ti.  Pienso en tus besos con olor lluvia y en tu espalda cansada.  Pienso en tus manos que rozan mis rodillas de cuando en cuando.  Pienso con el olor de la lluvia a mis espaldas y no puedo evitar pensar en ti. Ojalà y nunca deje de llover....


lunes, 27 de junio de 2011

Fantasmas...

Me habia empezado a acostumbrar a su presencia.  De cualquier forma, no podia huir.  No podia correr de los tubos y las mangueras que ya se habian comenzado a enraizar en mi cuerpo. Ni siquiera podia gritar para pedir auxilio.  Nada. 

Lo unico que podia hacer era observar ese techo blanco que se extendia hasta un infinito que yo no podia alcanzar a ver el fondo. Podia escuchar las voces hablando mas allà de mis pies.  Ya no escuchaba làgrimas y sollozos como al principio. Pero siempre estaba esa figura alli, callada, observàndome.  Miràndome algunas veces con esos ojos sarcàsticos y aterradores.  Otras veces me miraba sin verme.  Quisiera poder recordar y saber el por què de tantas cosas.

Se fue.  Ella fue la ùnica que vino quizàs por semanas o meses. Quisiera dar mi alma estùpida e inservible para  poder recordar quien era... Se quedaba sentada vièndome, pensando que yo no podia observarla tambien.  Ponièndome gotas que se meten como agujas en mis ojos ò cortandome las uñas que me recuerdan que sigo vivo. Se fue.  Las palabras de la mujer vestida de blanco eran como cuchillos que se me clavaban lentamente: "-Nunca va a despertar... no pierdas tu tiempo, mejor haz una vida decente, si puedes..." si alguien piensa que la muerte no se siente a cuentagotas...està tan equivocado....

Todo el tiempo esa infernal imagen seguia alli.  Durante muchos dias simplemente me observò.  Caminò a mi alrededor mirando cada uno de los detalles de mi maltrecha humanidad.  Sè que pasaron dias por que en el pasillo de afuera se escuchaba un ir y venir de buenos dias y buenas noches monòtonos y martirizantes. Del miedo pasè a la desesperaciòn.  Pasè a la angustia. Al fastidio...quisiera tambien poder pasar a la muerte y deshacerme de esta maldita càrcel de carne mantenida viva a la fuerza. Pero sigo aqui. Yaciente. Inerte.  Condenado a una pena que no puedo recordar por què pasò.  De repente, tengo destellos de mi memoria: la hora de salida de una escuela cerca de un campanario; el olor de un aserradero.  Una mujer mayor...sonriendo ò llorando, no estoy seguro....

Al borrarse el recuerdo, ese rostro sin expresiòn està sobre de mi nuevamente, vièndome como si estuviera parado entre el infinito de la cama sobre mi cabeza y lo que sea  que haya detràs de ella.  ¿Eres el Diablo? ¿Què esperas para llevarme? ¿Estaràs esperando que regrese mi conciencia, para entonces asi estar listo para arrancarme el alma y tragàrtela a pedazos?....

Hoy te vi en un destello de mi memoria.  Quisiera recordar tu nombre ò ponerte alguno para saber que eres tù, pero no puedo.  Estabas alli sentada, magnifica, perfecta.  Tu cabello arreglado y el filo de tu cara.  Sonreias mientras sostenias algo en tu mano, quizàs una copa...¿Bebìas? Hay mùsica al fondo pero la ignoras.  Sè que hablabas conmigo aunque no puedo recordar las palabras que salian de tu boca.  Solo te veo. Quisiera poder tocarte... quisiera poder tenerte y besar con desesperaciòn esos senos blancos que se asoman por el escote de tu blusa... Pero ya no estàs.  A lo mejor nunca estuviste y es solo una alucinaciòn retorcida de mi memoria. Despierto de mi sueño de ojos abiertos y solo continùa el foco que pende de la obscuridad de ese techo que se ha convertido en la làpida de mi tumba viva.

Nadie a vuelto a visitarme.  Sè que es noche por que alcanzo a oler el frio que se cuela por la ventana. A nadie le importa si tengo suficientes mantas ò no, dicen que mi cuerpo no recibe sensaciones.  Hay una mujer que no entra, pero se queda callada y quieta en el filo de la puerta. Dos hombres caminan a mi alrededor.  Hablan entre ellos como si yo fuera una mercancia expuesta en la carnìceria.  Mi precio se ha pactado y mi angustiosa y esperada muerte baila con ellos el vals de la reconciliaciòn.  Solo me quedarà esperar.  Espero que sea pronto....

-¡No serà tan fàcil como piensas!- dijo finalmente a mi oido una voz fria y ausente  -...no lo permitirè por que nadie puede tocarte si yo no lo permito...- agregò con una extraña mezcla de maldad y  benevolencia juntas.  Mi corazòn comenzò a latir rapidamente.  Por primera vez senti.  Senti una mano helada acariciarme la cara.  Hubiera querido llorar, correr con desesperaciòn ò sencillamente gritar con todo el terror que me devoraba, pero lo ùnico que pude hacer fue seguir mirando el cielo de mis angustias y esperar que solamente hubiera sido la primera muestra de que mi cerebro està comenzando a fallar tambièn... -No te iràs...- fue lo ùnico que dijo antes de perderse de mi empobrecido campo visual.

No sè en que momento perdì el ùltimo vislumbre que tengo de conciencia.  De repente, la sensaciòn de movimiento me hizo regresar a mi realidad.  Una serie de focos colgados del techo en un desfile silencioso me hacen darme cuenta de que no estoy en mi cuarto.  Nuevamente siento miedo.  ¿A quièn preguntarle en el silencio si estos son mis ùltimos momentos? ...Quisiera haber podido por lo menos haber recordado quièn era yo, se me hace èsta una muerte tan desperdiciada...tan absurda...

El techo metàlico del elevador me permite darme cuenta de que voy en una camilla. Parece anticuada.  Por primera vez veo mi imagen.  No me reconozco.  El pànico y la adrenalina me invaden al ver mi imagen en ese frio espejo de metal que se encuentra sobre nosotros.  ¿Quièn diàntres es esà mujer que està tirada aqui? ¿Soy yo? ¿Quièn demonios era yo? Esos cabellos rubios me gritan un nombre que no puedo recordar.... Los tres hombres que me llevan hablan de mi como si yo no estuviera.  -¡Està hùmeda todavìa...! dice uno de ellos mientras desliza su mano bajo la bata azul que me cubre.  Veo como lame sus dedos mientras los otros dos comienzan a revisarme lentamente.  -No era fea...y està tan joven todavia.... una vida desperdiciada completamente....- dijo el que parecia mayor de los tres. ¡Por favor, sigan hablando! necesito tanto saber quièn soy antes de que el  recuerdo quede borrado para siempre... Los tres continùan hablando de mi, ya no soy una mercancia....ahora soy un juguete que quisiera ahogarse en las làgrimas y los gritos que no puedo dejar salir...

La puerta del elevador se abre y una sàbana verde cubre de inmediato mi cara.  Oigo el ruido de las llantas de la camilla que me hace las veces de escaparate en medio de una horda de lobos.  Llegamos.  De repente, hay un cambio en la posicion vegetal que ha tenido mi cuerpo durante los ultimos incalculables dìas.  Un giro brusco y se ladea mi cabeza.  Las paredes estàn cubiertas de azulejos blancos. Huele a una extraña combinacion de antisepticos y muerte.  Es una morgue. No puedo ver lo que  pasa a mi alrededor.  Solo escucho aterrado y me guardo mis miedos para mi... y para mi inseparable carcelero que todo el tiempo mira impàvido lo que està pasando.  Camina invisible e inmutable entre los tres camilleros que sacan turnos para ver en que orden jugaràn con mi cuerpo tibio de plàstico ingobernable.  -¿Sentirà algo està muñeca? Dicen que està viva todavìa...- pregunta uno de los hombres a los demàs mientras me convierto en comida para hienas.

De repente, un alùd de imagenes se desprende de mi memoria. Sùplicas bañadas del mismo terror con el que quisiera ahogarme en este momento. Oigo voces y gritos dentro de mi cabeza.  -¿Ya no te acuerdas ò quieres pensar que ya se te olvido todo eso?- me susurra lentamente al oido esa voz diabòlica que se ha convertido en la compañera de mi infierno... -Buenas noches, Monnet...- Me dice nuevamente al tiempo que siento como recorre mi cuerpo con la frialdad de lo que parece una mano que acaricia suavemente como la muerte...

Unos pasos secos que se escuchan venir desde el final del pasillo termina con el festìn de los hombres de verde.  -¡Ràpido, acomoda todo! De seguro alli vienen Rebechi y el Dr. Bussô para acà.- Dice uno de ellos.  -¡Màldiciòn, tan rica que estaba la fiesta! làstima que no lleguen mamitas como èstas tan seguido...-   Un par de giros bruscos hacen que nuevamente tenga la vista fija hacia el techo por unos segundos.  Las làmparas de este lugar son de metal color plateado. De inmediato me cubren la cara con la misma sàbana verde con la que me taparon en el elevador.

-Buenas noches Dr. Bussô- dice uno de los tres camilleros a los hombres que acaban de entrar mientras los otros dos salen sin pronunciar una palabra. 

- Gracias.  Puede retirarse.- Fue la ùnica respuesta por parte del Doctor

-¿Entonces, està vivo ò està muerto este hombre doctor? Recuerde que soy un empresario, no un asesino... - Preguntò esa voz que ya habìa yo escuchado en la habitaciòn en la que habia estado entubado unas horas antes.

-Su muerte cerebral fue diagnosticada hace semanas, Rebechi - contestò el doctor mientras que supongo que me destapaba por completo para exhibirme como una bestia a punto de ser destazada.  -Se le mantuvo vivo por la identificaciòn que portaba.  Pero ya comprobamos que no existiò ningùn parentesco con Coratella-Virega.  Asi que es hora de que pague su cuenta-

¡No! ¡Esto es un error! ¡No estoy muerto! Siento como el corazòn se me va a salir de lo ràpido que me està latiendo.  ¿Còmo pudiera gritarles que estoy vivo? ¿Còmo decirles tantas cosas a dos seres que estàn alli para llevar a cabo una carnìceria a cambio de dinero? .... Por favor ¡Sigan hablando! ¡digàn màs! Necesito saber quien soy antes de que finalmente deje mi prisiòn material a la que estoy anclado... Puedo sentir como ruedan lagrimas por mis mejillas... ¿que acaso seràn invisibles para estos dos hombres tambien?

-Està tibio todavia... ¿estàs seguro que no siente nada ya?.... - Preguntò Rebechi quien caminaba a mi alrededor observàndome lentamente, quizàs tratando de convencer a su conciencia de algo que en el fondo ya sabia que era cierto....

Un bisturì clavado en uno de mis muslos fue la ùnica respuesta de Bussô ante su impàvido espectador.  -¿Convencido, ya? No hay reflejos pupilares, no hay pulso, no hay actividad elèctrica en el cerebro. ¡ El hombre està muerto!.  Lo estuvo desde que llegò aqui y lo seguirà estando cuando usted salga por esa puerta Rebechi.  ¡Con una chingada! ¿Quiere seguir adelante ò cierro el negocio con  Camillo...? Estamos a tiempo y nomàs me està haciendo perderlo a lo idiota, mientras èste montòn de valiosisimos organos estàn aqui viendo como se le hacen agua los cojones-.

Escucho el sonido de un portafolios que es arrojado sobre una de las mesas metàlicas que estàn junto a mi.  Asi que de eso se trataba esto.  Mis òrganos seràn vendidos a alguien.  Una ligera sensaciòn de tranquilidad me invade al pensar que aùn en mi indefensiòn e ignorancia, algo de mi estùpido e inservible cuerpo finalmente servirà para hacer un bien para alguien... ojalà que a varios.  Una especie de catàrsis espiritual comienza a invadirme. Siento paz.  Trato de formular una oraciòn de agradecimiento y despedida en mi mente.  La imagen de una mujer de pelo largo aparece desde el fondo de mi memoria dicièndome que.....

-¡aaahhhh!- De repente un inmenso y profundo dolor me saca de mis pensamientos.  En las làmparas metàlicas del techo puedo ver como el Dr. Bussô abre mi vientre en dos como si fuera un cofre a punto de ser saqueado.  ¡No puede ser, el dolor es insoportable! Trato de esperar con impaciencia que mi ùltimo vislumbre de vida se borre en cualquier momento...pero los minutos pasan y veo como salen òrganos de mi vientre mientras yo sigo retorcièndome de un dolor inmòvil  e incomprensible.  Bussô envuelve ràpidamente en alguna especie de lienzo cada una de las partes que va extrayendo  de mis entrañas.  Las depòsita cuidadosamente en una caja blanca con azul, parece una hielera ordinaria.  Ràpidamente regresa a mi cara la sabana verde que ha visto ir y venir mi sufrimiento en las ultimas horas ò quizàs minutos.  Siento movimiento pero no puedo saber que està pasando.  ¿Estoy muerto? ¿Dios, contèstame estoy muerto?

-Depende què quieras que sea la muerte- susurro esa voz inexpresiva y fria que se habìa convertido en el espejo de mis pesadillas.  -Para ellos fue un descanzo, para ti serà un premio al que no podràs llegar jamàs si yo no lo permito...- Dijo mientras volteaba con cierta altanerìa hacia un rincòn de aquella habitaciòn.

No tengo nociòn del tiempo.  Unos disparos casi al pie de la ventana que està a unos metros de mi pesadilla infernal causaron conmocion en el piso del hospital.  De repente gritos en el pasillo y pasos corriendo hacia la calle parecian indicar que algo muy grave habia sucedido.  -¡Mataron al Dr. Bussô en el estacionamiento, parece que lo quisieron asaltar al subir a su auto!- se escuchò gritar a una estudiante de enfermeria.... 

-"Pretium cum vita mortem propter clausum est. Pace sumus"- dijo la diabòlica criatura que me acompañaba mientras señalò hacia el lugar donde sonaron los disparos.  -"Pago el precio de la muerte con su vida, se cierra la cuenta. Estamos en paz".

-¿Quien eres? - me atrevì a preguntar por primera vez...

-Soy la sangre que derramaste.  Soy la Justicia que nunca jamàs pensaste que fuera a existir....-  dijo mientras desaparecia lentamente de mi presencia.

.......

Puedo moverme.  Por primera vez en mucho tiempo tengo la sensaciòn de movimiento.  Lentamente levanto mi brazo derecho y puedo elevarlo lo sufiente para ponerlo frente a mis ojos. Quizàs si puedo moverme, pudiera salir de aqui...  Mi mano està hinchada y amoratada,  traigo las uñas crecidas.  Trato de enderezarme y de repente el dolor de mi vientre abierto es indescriptible.  -¡Aigg!- grito mientras vuelvo a sentir que caigo en esta mesa de metal.  Giro la cabeza lentamente y comienzo a acostumbrar mis pupilas a la oscuridad que me rodea, a tal grado de poder comenzar a ver claramente detalles inverosimiles.  Oigo ruidos.  Ruidos inmensos, espantosos que parecen provenir de dentro de una gaveta que està junto a mi.  Pareciera el sonido de miles de bestias masticando àvidamente.... En medio de mi terror trato de pensar què es lo que està pasando.  -¡Por favor, quièn tengas que perdonarme, perdòname!- grito con todas mis fuerzas.  El estruendo seco de una palomilla que golpea contra el cristal me aterroriza.  Oigo pasos y gritos que vienen desde el pasillo nuevamente.  Es el Director del hospital y otros que vienen a practicar la autopsia del Dr. Bussô.  Cinco disparos en la cabeza cobran su cuenta.  Tres hombres con gabardinas entran y esposan al Director del Hospital, quien no dice nada y solamente sale con la cabeza agachada.    Un hombre de traje gris me saca bruscamente de mi helada tumba momentànea, me destapa y revisa rapidamente mis heridas  - Parece que estè fue su ùltima victima, esperemos que por lo menos sus familiares puedan venir a reclamar el cuerpo-  dijo, volvièndome a tapar y sin decir ninguna palabra màs.

La voces comienzan a hacerse lejanas poco a poco.  De uno en uno, los hombres abandonan la habitaciòn hasta dejarnos solos.  No tengo sensaciòn de dolor hasta que intento moverme.  Hacièndo un esfuerzo enorme consigo empuñar una de mis manos y comienzo a golpear la gaveta metàlica que se ha convertido en mi porciòn personal del infierno. Grito pidiendo auxilio desesperadamente y siento como las fuerzas me abandonan lentamente en medio de las carcajadas de alguien a quien no puedo ver, pero siento como su presencia inunda el àmbiente de un olor putrefacto. -¡Grita todo lo que quieras! ¡Grita màs! ¡Grita...quiero oirte!-

-¡Maldita sea! ¿Quièn eres? ¿Què quieres de mi? ¿No te haz hartado todavia infeliz? ¡Dèjame verte! ¡Dime què quieres de una vez por todas!-

La sensaciòn de ir en caida libre paraliza nuevamente mis pensamientos.  Siento como si me faltara el aire y una terrible opresiòn sobre el pecho.  No sè si tengo pulmones.  De lleno, golpeo con la espalda algo que parece ser agua.  Comienzo a undirme y veo como mi vientre abierto se convierte en una mesa servida para cientos de peces que comienzan a deborarme.  No puedo gritar.  Me estoy ahogando. Siento los chorros de agua que atraviesan mi garganta al mismo tiempo que escucho esas mismas carcajadas que me tragan.  El agua se vuelve amarga y tiene un olor penetrante. Formol.  Los peces se han largado y puedo ver hacia afuera.  Estoy dentro de un frasco rodeado de cientos de organos y animales suspendidos y flotantes.  Ninguno parece humano.  Una niña pequeña que camina lentamente  se acerca hasta la estanterìa.  Me observa...

-¡Està vivo, Monnet! ¡Esto de aqui esta vivo!- Parece decir la chiquilla a alguien que se encuentra detràs de nosotros....
 
-¿Puedes verme, puedes escucharme?- grito desesperado mientras trato de golpear el cristal que me rodea. -¡Por favor! ¡Por favor, ayùdame....! ¡Sàca....me?- Mi inexistente corazòn comienza a palpitar ràpidamente.  Su eco retumba en las paredes de cristal y me ensordece.  Una mujer joven entra y toma la niña en brazos con rudeza. -¡Te he pedido mil veces que no dejes entrar a Estephanie a este horrible lugar, tus experimentos me repugnan!... Eres el diablo Monnet.  Algùn dìa pagaràs todo el sufrimiento que haz causado- dijo la mujer mientras salia rapidamente abrazando a la niña con fuerza....

De repente, abro los ojos y me doy cuenta que sigo en mi prisiòn refrigerada.  Ya no puedo levantar las manos.  Mis brazos estàn entumecidos, cansados.  Tengo la sensacion de que mi lengua està adormecida y obstruye mi garganta.  No puedo respirar pero no importa.  El poco aire que logro aspirar se escapa provocando un silbido por la apertura de mi pecho.-¡Quiero morir! ¿Què necesito hacer para morir? ¡Alguien contèsteme por favor!- grito con tanta fuerza que siento que mis lamentos pudieran escucharse hasta el cielo... si es que el cielo quisiera escucharlos.

-¡Este es....!- Dice una voz morbosa y con un hato de temor mientras abre mi gaveta y me exhibe como si fuera si fuera un objeto demonìaco.  -Nadie sabe con seguridad quièn es...lo trajeron aqui por que pensaron que quizàs era familiar lejano de los directivos del Grupo....- Explicaba el joven envalentonado al puñado de estudiantes de medicina que habìan sido seducidos por el placer de la curiosidad indebida.  - El famosisimo Dr. Bussô fue asesinado la misma noche en la que tratò de vender los òrganos de este hombre.  Dicen que fue su venganza por haberlo matado...por eso nadie se atreve a hechar sus restos al crematorio, no vaya a ser que....-  No sè de donde, pero comienzo a sentir mucha fuerza en mis brazos nuevamente.  De repente la intangible figura que me habia acompañado inseparablemente hasta hace poco se para en medio del grupo de muchachos y le sopla lentamente al oido a uno de ellos mientras desliza una mano sobre su espalda.  -...Mejor vàmonos de aqui, estoy comenzando a sentir frio...- dice el estudiante presa del pànico mientras se aleja unos pasos hacia atràs del resto del grupo. Trato de estirar las manos pero no puedo.  Quiero gritar.  Se apaga la luz repentinamente y en la angustia de mis morbosos espectadores por salir corriendo del lugar, quedo afuera.  Creo que es de noche.  Mi fantasmal compañìa se queda parada....junto a mi, miràndome con esos mismos ojos inexpresivos que me tienen aqui atrapado por alguna razòn que no puedo comprender.... -¿Què debo hacer para morir?- le pregùnto a mi espectador que me observa sin emitir ninguna emociòn ante mi miserable plano de existencia...

-¿Morir?...tù estàs muerto estùpido mortal- Dijo mientras caminaba a mi alrededor...

-¡Eso no es cierto! ¿Por què sigo aqui entonces, dìmelo? ¿Por que no me mandas al màldito infierno de una vez por todas?-

-Monnet... Monnet... ¿Ya se te olvidaròn los gritos de horror de Mariannè?- Dijo en un susurro, mientras desaparecìa lentamente de mi vista. -Que Mariannè te perdone por todo lo que le hiciste...-

Mariannè... Mariannè...¿Quièn es Mariannè y què pude haberle hecho para estar atrapado en este estado de no existencia? - ¡Mariannè!- comienzo a gritar desesperadamente -¡Mariannè no sè quièn eres tù, no sè que te hice.  ¡Mariannè pèrdoname...pèrdoname ò maldìceme de una vez por todas para que pueda morir tranquilamente! ¡Mariannè! ¡Mariannè escùchame por favor....-

El ruido de unas llantas que rechinan y lo que parece una risa infantil hacen que mi cuerpo se estremezca con un escalofrìo.  Comienzo a golpear la gaveta en la que estoy encerrado.  De repente me ahoga nuevamente la sensaciòn de estar cayendo como una piedra aventada al vacìo.  Cuando al fin siento que puedo respirar, abro los ojos.  Estoy sentado en un  escritorio viejo y desordenado.  Hay libros que parecen de medicina ò biologìa.  Apuntes hechos a mano.  No puedo acabar de observar todo lo que està sobre el escritorio. Un sonido llama mi atenciòn.  El mismo sonido de las llantas que rechinan me hacen voltear a la entrada de la habitacion.  Es la niña que me miraba dentro del frasco acercàndose a mi montada en un triciclo....

-¿Eres Mariannè?- Preguntò desesperado a la niña que me mira fijamente.  No me contesta.  Sigue miràndome en silencio mientras vuelvo a repetir mi pregunta.  -¿Quièn eres niña, què tengo que ver yo contigo?-

-Mariannè dice que se va a morir esta noche, ¿Es cierto Monnet?, ¿Se va a morir?- finalmente se atreve a preguntar la niña quièn no deja de mirarme fijamente...

-¿Còmo te llamas niña? ¿Eres Estephanie, verdad? ¿Mariannè es tu madre? ¿Es la mujer que te sacò en brazos cuando observabas los frascos de la estanteria, verdad? ¡Llèvame con ella! ¡Dile que venga! ¡Necesito hablar con Mariannè! ¡Necesito saber què le hice y pedirle que me perdone!- Exigia a la criatura sacudièndola con desesperaciòn . No pasaba quizàs de unos 4 ò 5 años. De repente, tòmo conciencia de lo que estoy haciendo con la niña y la abrazo con fuerza mientras le pido que me perdone.  La niñita se escurre de mis brazos convirtièndose en un charco de sangre que continùa rièndo y balbuceando una canciòn de cuna desde el suelo.

Salgo corriendo de la habitaciòn.  No sè endonde estoy.  Por la escalera que està a mi derecha viene bajando lentamente una mujer joven.  No me mira. Desciende despacio, asièndose con una mano a la pared y con la otra recogiendo lo que parece el vuelo de un camisòn largo y viejo.  Se para junto a mi y sin voltear a verme me dice: -Lo hice por ti Monnet, tù querìas que lo hiciera y no te importo...-  Ràpidamente la tomo del brazo. Està frìa.  -¿Eres Mariannè?- pregùnto desesperado.  -Lo era.  Ahora soy la sangre que reclama justicia por tu soberbia Monnet- Voltea y no puedo evitar soltarla en un grito de horror.  Su rostro es el mismo rostro frio e inexpresivo del ser que me ha acompañado en mi tortura.  Sus cabellos dorados son los mismos de la mujer que vi en el ascensor...

De repente una brusca sensaciòn de movimiento me regresa a la realidad de la morgue que se ha convertido en mi sentencia.  Un hombre viejo y de apariencia àspera abre con fuerza mi gaveta y me mira con recelo.    -A mi ningùn fantasma me ha asustado ¿Me oyes cabròn? ¡No sè quièn seas ni què estès pagando y ni me importa! ¡Por mi, pùdrete en el infierno! Ya van 2 gentes que matas en este lugar y no voy yo a ser el tercero en tu lista, ¿Me oyes cabròn?- decìa con una mezcla indiseccionable entre miedo e indiferencia.  Abriò la puerta de uno de los hornos crematorios y luchaba por encender el piloto que arrancaria la quema de mis restos.   -¿Dos hombres?- pensaba yo tratando de imaginar quièn màs podria haber muerto junto con Bussô.  -"Et vos nolite  tangere mortem venies.  Requiem in Pacem Andre Macielli" No toques la muerte por que te tocarà a ti entonces, descanza en paz Andre Macielli  "- interrumpiò mis pensamientos una voz que sin desearlo se habìa convertido en mi ùltimo resguardo de esperanza.  Lentamente la figura etèrea y transparente comienza a caminar en direcciòn  hacia donde se encuentra el hombre. Voltea ligeramente sacudiendo la cabeza.  Mi pecho comienza a retumbar con los latidos de un corazòn que no existe al verla voltear hacia mi.  Es la mujer que sacò en brazos a la niña y bajò despacio por la escalera.  Su cabello seco y crespo parece el vestigio de lo que quizàs alguna vez fue una hermosa cabellera. Me mira.  Por primera vez veo sus ojos clavados en los mios.  Se agacha y sopla hacia la punta del piloto del quemador de gas que el viejo trata de prender entre maldiciones y reniegos.  Me vuelve a mirar y sonrie.  Se acerca al hombre que es totalmente ajeno a todo lo que està sucediendo entre nosotros y se inclina lentamente con la clara intension de darle un beso en la mejilla...

-No lo mates Mariannè!- gritè desesperadamente a la espectral criatura invisible a los ojos de su inminente victima.

Claramente extrañada, la mujer desaparece del lado del hombre que en ese momento parece haber percibido su presencia y se persigna repetidamente mientras se aleja apresurado del lugar.

-¡El no te hizo nada Mariannè! ¡No sè que es lo que te hice! ¿Yo te matè? ¡Por favor, castìgame a mi por lo que te haya hecho! - gritaba repetidamente esperando recibir alguna respuesta de ese ser que parecia haber regresado por algunos momentos al averno.  De repente su rostro impàvido y sin forma ni expresion està nuevamente junto a mi.  -Tù me pedìas que lo hiciera y te reias de mi cuando te decìa que venian a atormentarme por las noches-  dijo mientras caminaba al rededor de mi cuerpo.  -¿No recuerdas cuàndo me decias que estaba loca y no podrias amar nunca a una loca como yo?- me preguntò mientras materializaba su presencia.  Era hermosa.  Llena de maldad y dolor pero hermosa.  De repente puso su mano helada sobre mi pecho mientras me besa en la frente.  La deslizò hasta mi vientre abierto hacièndome retorcer de un profundo escalofrio.

No me acuerdo de nada.  No puedo recordar que pudo haber sucedido para recibir tantisimo odio.  Me esfuerzo en tratar de concentrarme y traer algùn recuerdo a mi memoria, pero es tan inùtil querer recordar algo que parece haber sido borrado para siempre.  De repente, una sensaciòn de un hormigueo ardiente que sube desde mis piernas me saca de mis pensamientos.  Gusanos.  Cientos de pequeñas larvas comienzan a salir de mi cuerpo putrefacto.  Rompo a llorar. El dolor y el ruido que causan es indescriptible. ¿Què quedarà despuès de que lo hayan devorado todo? Cierro los ojos. Ojalà y no quede nada por favor....

Los gritos de una mujer me hacen abrir los ojos.  Nuevamente estoy en la casa de la escalera pero no me puedo mover. Estoy atrapado dentro del muro de una habitaciòn que parece una sala de estar.  Observo a Mariannè forcejear con un hombre al que solo le veo la espalda.  Le grita que està loca.  Intènta dominarla pero pareciera que su fuerza es incontrolable.  En el piso yace  una mujer apuñalada.    -¡Era lo que tù querias, que no hubiera nadie que se interpusiera entre nosotros!- gritaba Mariannè enfurecida sin soltar todavia el cuchillo que delataba su carnicerìa.   -¿Cuàntos muertos màs vas a llevarte en la conciencia? ¿No te haz llenado de sangre todavia màldita enferma?- decìa el hombre al que no lograba verle el rostro.  En un momento de descuido el cuchillo atraviesa la gruesa chamarra del hombre clavandosè en algùn lugar de su pecho y comienza a brotar un rastro de sangre que escurre ràpidamente. El hombre cae al suelo tratàndo de contener el dolor de la profunda herida.  Mariannè voltea y descubre a la atemorizada chiquilla que ha visto toda la escena.  Sin darle oportunidad de escapar, la atrapa y baña con el petròleo que alimenta una de las làmparas de la sala.  -¡Ella es lo ùnico que interfiere tu amor hacia mi! ¡Es lo ùnico que nos separa ahorita, Monnet! Despìdete, por que es la ùltima vez que la vez con vida...-  Dijo la desquiciada mujer mientras caminaba en direcciòn a un  mechero encendido con la niña en brazos.  Mi pecho retumba como un tambor.  Ese hombre que estoy viendo luchar por su vida soy yo mismo.  Estoy siendo un espectador del presagio de mi propia muerte.  -¡No lo haràs!- grita el hombre mientras agarra el cuchillo que habìa quedado tirado cerca de èl.  En un movimiento lleno de furia, toma a Mariannè del cuello, desnucàndola al mismo tiempo que le entierra el cuchillo en la espalda. El mechero que tenia empuñado con la mano izquierda cae sobre una alfombra que comienza a arder ràpidamente.  Las llamas alcanzan el vestido rociado de gasolina de la pequeña Estephani ante los aterrorizados ojos del hombre que no logra apagarlo.  Todo arde.  Siento el calor en los muros de la casa que pareciera quisiera lavar con fuego todos los crìmenes de los que quizà fue testigo.  El hombre toma a la niña envolvièndola con una cobija que no ha sido alcanzada por las llamas todavia.  Corre con ella inconciente y arranca el auto.  Los pierdo de vista.  Mi desesperaciòn aumenta por que no puedo dejar la jaula de madera y ladrillos en la que he sido puesto.  La casa cruje.  Puedo sentir la angustia de otros que al igual que yo, buscan liberarse de esas paredes....

El sonido de varias sirenas me hace darme cuenta que estoy en otro escenario.  Comienza a clarear el dia. Siento mucho frìo y por primera vez me doy cuenta que estoy descalzo. El camino esta cubierto de una delgada capa de hielo. Hay àrboles. Sigo caminando hasta donde parece haber ocurrido un accidente. Nadie nota mi presencia.  Soy invisible.  Parece que un auto derrapò en el camino congelado y diò varias vueltas hasta caer al fondo de una cuneta.  Es el auto en el que me vì huyendo con la niña.  Bajo apresuradamente hasta donde se encuentra el vehìculo destrozado.  Varios hombres luchan por liberar mi cuerpo de entre los fierros retorcidos.  Un rescatista encuentra una credencial que parece haber perdido una parte en el accidente.  Solo se alcanzan a leer los apellidos Coratella-Virega.  La fotografìa y el nombre de pila no se encuentran.  Asumen esos datos como el nombre de  la victima y llena uno formularios.  Nadie parece percatarse de que en el accidente hay otra victima.  Comienzo a correr llamando a Estephani pero no tengo respuesta.  No la veo.

A unos 50 mts del lugar del accidente hay unas pequeñas barrancas y socavones.  Comienza a caer una fina capa de aguanieve y veo como los socorristas recogen sus pertenencias.  Del fondo de un socavon me parece escuchar una respiraciòn que poco a poco se extingue y trato de acercarme a su origen pero pareciera que mis piernas  no quieren responder a mis ordenes.  Como puedo trato de acercarme al lugar.  La caida de aguanieve se detiene y veo de frente las luces de un automovil que se aproxima a gran velocidad.  De repente el autòmovil comienza a zigzagear por el camino como si alguien estuviera luchando por obtener su control. -¡Dios, otro accidente en el mismo lugar!- pienso mientras volteo a buscar mi auto destrozado.  No està.  Me doy cuenta que he retrocedido otra vez en la linea del tiempo. Voy conduciendo el auto y veo el pequeño cuerpo de  Estephani recostado en el asiento de atràs. El dolor de la puñalada en el pecho es incontenible.  Cuando regreso la mirada al frente Mariannè està sentada en el asiento del copiloto.  No puedo verle la cara, pero la piel de sus manos luce completamente quemada. 
-¡Me la llevarè Monnet, me la llevarè.   Ella tendrà la misma suerte que yo y no podràs hacer nada para evitarlo!-
-¡Estàs loca!- le grito mientras giro con fuerza el volante que pareciera responder a una fuerza sobrehumana. -¡Nunca te la llevaràs, lo juro por mi alma! ¡Jamàs permitirè que le hagas daño!-
-¡Si ella vive yo muero junto contigo! ¿No lo entiendes? podemos continuar nuestro amor en la eternidad, ¿no lo comprendes Monnet? Todo hubiera sido tan diferente si tan solo me hubieras amado....-

Un dolor inmenso en el pecho me obliga a abrir los ojos.  Hay mucha gente y confusiòn a mi alrededor.  No siento la apertura en el pecho y hasta podria decir que puedo respirar con normalidad.  Un hombre que parece un mèdico se acerca a mi y comienza a revisar mis pupilas. -¿Me escucha?- pregunta sin proferir ninguna emociòn.  Mi ùnica respuesta es el reflejo de asentir con la cabeza. Me hacen preguntas al mismo tiempo que continùa mi exploraciòn.  -¿Puede verme..?- pregùnto a una enfermera que se encarga de cateterizarme un brazo.   La mujer voltea sonrièndo con la intensiòn de darme una respuesta pero es interrumpida por otra mujer que entra corriendo y me abraza. -¿Estàs bien?- me pregùnta entre un mar de sollozos y besos. Sè que la conozco pero no puedo recordar su nombre.  -¿Se pondrà bien?- pregunta ansiosa al mèdico que està terminando de hacer algunas anotaciones en un expediente.            -Señora.  Su esposo ingresò aqui en estado de coma y estuvo clinicamente muerto durante 4 minutos.  Si èste milagro no es prueba de que estarà bien, no sè que otra cosa pudiera serlo...-. -Todo va a estar bien- me dice mi esposa mientras acaricia mi cabello -seguramente tienes un angelote que sabe que nuestra pequeña Estefanìa no podrìa lograrlo sin ti- dice mientras toma mi mano y la pone sobre su vientre.  Esta embarazada.  La niña nacerà en dos semanas màs y sabe que siempre estarè allì para protegerla...

Me gustan las tardes lluviosas....


Me gustan los olores de las tardes lluviosas porque me confiesan que he estado viva en algún tiempo.  Me toman de la mano y me trasladan.  Me recuerdan cuando el que comenzara a llover era una fiesta sin necesidad de preámbulos ni preparaciones y esperabas el momento de salir a cantarle a una Virgen de la Cueva que parecía deleitarse con las risas de los niños.    

Me gustan los olores de las tardes lluviosas, porque igual huelen a cafè recièn hecho que a la ropa que planchaba la muchacha aprovechando el frescor de las gotas que aùn caìan.  Huelen a rayitas de agua que se escurren lentamente por la bugambilia que estaba a pie de la ventana, mientras del otro lado del cristal tratabas de seguir sus senderos con la lengua. Huelen a charcos brillantes como espejos y a zapatos mojados en el jardin.  Huelen a pan de naranja y los tamales de elote que se cocian sobre la estufa… Huelen a mi abuela.  A las tardes veraniegas en el rancho de los Tios, cuando no podias salirte a jugar en los corrales porque ibas a llenar de lodo y las hormigas salen de la tierra y no se les debe molestar. 

La lluvia huele al canto de las ranas, al sonido del granizo que juntabas en un vaso. Al campo que renace.  A los truenos que  retumban en medio de los zarzales.  Huelen a sonrisas que se han ido y a otras que florecen lentamente escondidas entre gotas de agua fria y alguna copa de buen vino que te calienta el corazòn. Olores viejos que te arropan y te acuerdas entonces de que tiene que llover de vez en cuando para que tus raíces nunca se sequen ni tus ramas tiernas dejen de brotar cuando vuelva a salir el sol...

miércoles, 22 de junio de 2011

Càllame...

Tù que me conoces bien, càllame la boca a besos.


Pero hàzlo pronto, antes de que sea tarde...
Por que la vida no espera y se va volando
y lo que hoy es presente
mañana serà algo que no volverà.

Tù que conoces mis sueños, cièrrame los ojos
y arrùllame en tus brazos,
pero hàzlo pronto por que comienza a clarear...
Las noches se acaban
y las madrugadas frias seràn solo un recuerdo
de la falta que me hiciste
en esos momentos oscuros de fugaz soledad.

Tù que haz visto mi alma perderse en la brisa
desnùdala y llènala del olor a ti,
pero hàzlo pronto y hàzlo sin miedo
por que sabes bien que vivo soñando
que me hagas tuya de principio a fin.

Final. Apunte No 5. Grandeza hasta en tù ùltimo momento....adiòs Papà!



Sobreviviò sin graves secuelas a varias embolias cerebrales y paros cardiacos a lo largo de casi 20 años. Un bastòn y un ligero problema al hablar eran las unicas cicatrices de guerra que lo atestiguaban.  Al final, tuvo càncer y no se lo dijo a nadie. Nos enteramos hasta despùes de su muerte.  Jamàs lo vi quejarse ni hacer ningùn comentario al respecto. Su vida era completamente normal. 

Cuando quizàs, tuvo la conciencia de que era tiempo del final, me llevò al lugar donde conociò a mi madre. 

Nos sentamos a platicar debajo del mismo enorme àrbol de aquella plaza de pueblo donde muchas veces terminaba el paseo vespertino con Rosa Marìa y me señalò un comercio que en aquellos ayeres habìa sido una neverìa.  Desde Colima nos regresamos hasta Melaque ese mismo dìa...


Se sacò fotos con mis hijas en la alberca del hotel de playa que muchos años atràs habia sido testigo de aquel romance que nos trajo a nosotros a la historia. Recorrimos varias playas y sentìa como mi padre me observaba por largos ratos mientras jugaba con las niñas en la arena. Lo vi llorar al mirarme salir de mi habitaciòn llena de collares de conchitas: -¡Siempre te gustaron los colguijes!- me dijo mientras le atribuyò a los medicamentos que tomaba su "exceso" de emotividad.  Ya no manejaba en carretera. 

Despuès de nuestro viaje, llevò a mis dos hermanos a otro destino que tambien era significativo para èl.  Sè que visitò sobrinos y a otros miembros de la familia.  Vendiò cosas.



El 25 de septiembre de ese año, pidiò prender un cigarro en la cama del hospital en la que fue ingresado de urgencia en Morelia.  Fumò despacio. Saboreando cada bocanada de humo y despidièndose del vicio que lo acompañò durante toda su vida.

Cerrò los ojos tranquilamente y se fuè sin grandes aspavientos. Sabemos que si hubiera querido luchar, lo hubiera hecho.  Alguien dijo que quizà ya estaba cansado.  Yo digo que ya estaba satisfecho con su vida.

 Muriò sabiendo que aùnque no fue perfecto, hizo lo que quiso y como quiso hacerlo.  Cumpliò con todo lo que tenìa que hacer y a lo mejor, hasta hizo cosas que nunca llegò a pensar que alcanzarìa a realizar.


Como era de esperarse, su reloj de pulso se detuvo al tiempo de su partida y sucedieron algunas cosas sobrenaturales el dìa de su muerte. Sus cenizas estàn en Morelos junto con las de mi abuela, su madre; pero su ejemplo, su fuerza, su tenacidad, su gusto por la vida y sus placeres siempre estaràn presentes en mi memoria y mi corazòn!

¡Feliz Eterno  Dìa del Padre Don Gera! 

Apunte No. 4 El Señor Ingeniero....



Siempre vì que la gente le hablaba de "usted".  Mis tios y mi abuela se dirigìan a èl como "Ingeniero". Nadie en mi familia materna lo tuteaba. 

Jamàs lo escuchè decir una mala palabra ò pegar un grito.  Su expresiòn coloquial era "Ay`jo de la guayaba" cuando las cosas se  ponian complicadas.  Nunca lo vi tomar una gota de alcohol ni perder la compostura delante de nosotros. Fumaba.  No necesitaba levantar la voz para que le prestaras atenciòn, bastaba con que te volteara a ver con esos fulminantes ojos azules para que recordaràs cuàl era tu lugar en el orden de las cosas.



En sus años vigorosos era un hombre alto, fornido, de pocas palabras y firmeza en sus acciones.  Pocas veces lo vi de traje, pero su porte y personalidad no lo requerìan.  Todo el tiempo usaba gorra -llegò a tener màs de 100-  por que pasaba muchas horas bajo el sol.  No era fervorozo pero se destapaba la cabeza para entrar al templo.  Nos mandaba a misa con mi abuela los domingos en la mañana e ibamos al catecismo a Santo Domingo.

Era totalmente inadmisible que usaramos un pantalòn roto ò desbastillado, pero le gustaban mis collares de colores y mi gorra de marinera. Nunca me dijo nada cuando comenzè a utilizar maquillaje...



Ya en mi desbordante adolescencia, poco a poco y con cierta precauciòn fue soltàndome lentamente las riendas para que aprendiera a manejar el sentido de la libertad y no me matara en el intento... pero siempre se las averiguaba para hacerme recordar que èl todavìa tenìa asido el ùltimo extremo de la cuerda.  Cuando tenia 12 años sentìa que lo hacìa para fastidiarme y detenerme. Hoy que tengo 40, comprendo que lo hacìa para que yo pudiera encontrar el camino de regreso a casa si tenia que caminar perdida en la oscuridad...

Continùo describiendo la vida con mi padre. Apunte No 3: Los padres ven al futuro, los hijos volteamos al pasado....


 - Asi que...¿tù eres la famosa "Norita"?- dijo despectivamente una voz que dejaba entrenotar un hilo de envìdia y profundo resentimiento. -Agarra esa guitarra y tòcame algo! a ver si eres tan buena como dicen...-Fue una retadora orden que yo no terminaba de comprender del todo mientras que aquella adolescente  me señalaba una guitarra detenida en la esquina de la habitaciòn...


Sin entender el por què, tomè la guitarra y me sentè en la orilla de la cama.  Pusè mis dedos en el màstil y comenzè a tocar con algo de torpeza el circulo de Do. Con este movimiento bàsico comenzaba una canciòn que yo sentìa que dominaba...

-¿Eso es lo mejor que puedes hacer?? ¡¡Vàlgame Dios...!!- fue la expresiòn que cortò mi inspiraciòn mientras me arrebataba la guitarra y la regresaba a su lugar inicial.   -¿Hablas inglès? a ver, dìme còmo se dice blanco, negro, azul, chicharo, zanahoria, arriba, abajo, perro, abeja, manzana, mesa, falda, bufanda, sobrino..-


-No sè...- fue lo ùnico que dije y quizàs no por que no supiera las respuestas, si no, por que no comprendìa la razòn de tantas preguntas llenas de rabia.  Era la primera vez que nos veiamos, yo ni la conocìa.  Estaba en su casa, pero eso no le daba razòn para atacarme...


-¿Quièn escribiò el Quijote? ¿El Llano en Llamas? ¿La Divina Comedia? ¿Cuàl es la raìz cuadrada de135?...- Continuaba la lluvia de preguntas con una furia que no podia distinguir si era contra mi ò contra ella misma. 

De repente y ya en la cresta màxima de esa incontenible frustaciòn, mi inquisidora sale corriendo de la habitaciòn buscando a su madre y en medio del llanto le dice: -¡Es una tonta, no sabe nada! ¡No entiedo por què nos la refriegan tanto en la cara si es una inùtil!-


Con el tiempo, aprendì muchas cosas de esa escena y hoy la recuerdo con mucho cariño.

 Aprendì que los padres sabemos que nuestros hijos tienen cualidades formidables que aùn estàn desarrollàndose, pero ante nuestros ojos ellos ya brillan con todo su potencial. Sabemos que ellos llegaràn muy alto y por eso queremos gritarselo al mundo desde sus primeros pasos...


¡Gracias Papà por haber visto en mi atributos que me enseñaste a desarrollar con el tiempo!

Apunte No 2. Trabajo y determinaciòn, la mejor herencia para tus hijos Papà...




Le gustaba llevarme a ver las obras que estaba realizando.  Me decìa los nombres de la maquinaria y què se hacìa con cada una de ellas.  Caminabamos mucho por terracerìas junto con los trabajadores y no le importaba llenarse de tierra esas inconfundibles botas Caterpillar amarillas.

Me acuerdo de èl, vièndole meter mano igual a los motores de las retroexcavadoras que a las tuberìas de la casa.  No le estorbaba que estuvieramos viendo lo que hacìa, al contrario, decia: -Fìjate bien para que lo hagas si yo no estoy-.

Tengo muy grabada una vez que llegamos al rancho junto con mi hermana Mona y se ponchò una llanta del lado derecho del carro.  -Càmbienla mientras regreso y apùrense por que no me tardo- dijo mientras se alejo caminando.  Mona tendrìa unos 16, 17 años y yo quizàs unos 9...  Cuando regresò mi padre, la llanta de refacciòn ya estaba ocupando el lugar indicado- principalmente por obra de mi hermana-. Mi papà simplemente tomò la llave de cruz que estaba recargada en el coche y se asegurò que los birlos estuvieran bien apretados. Su asentimiento en silencio era el mayor reconocimiento en ese momento  a "nuestro" trabajo bien hecho!.

No podias decir "no puedo".  Podìas decir "no sè còmo hacerlo" y entonces, la respuesta era una explicaciòn breve y sencilla que era descontada del tiempo que tenìas para dar respuesta.  Nunca escuchè un "dèjalo, yo lo hago..." ò "tù no puedes hacer eso por que eres niña..." Si algo no te salia tenias que resolverlo usando tu inteligencia... Si èl podìa, tù podìas ¿y còmo podrìas refutarle algo asì a un hombre que parecìa que era capaz de hacer cualquier cosa que se propusiera?

Gracias Papà  por enseñarme que las unicas barreras capaces de detenerme, son las que existen dentro de mi propia imaginaciòn.

Apunte No 1. Me enseñaste a apoyar y hacerme sentir que valian la pena mis sueños...

 



-¡Papà, voy a ser Astronòma!-

- ¿Astrònoma, sabes què hace un astrònomo?-

-¡Claro que si, estudiarè los planetas y las estrellas... ya sè mucho sobre las estrellas, pero necesito estudiar màs si quiero ser astrònoma...-

Ya no hubo màs comentarios y mi mente infantil se ocupò ràpidamente en otras cosas. Un par de dìas despuès, mi papà llegò una tarde con un bellisimo y enorme libro azul de astronomia lleno de fotografìas  y un pequeño catalejo guardado en una funda de piel. Cuaderno para mis apuntes y una caja de colores Berol.
No habìa niña de 8 años que tuviera màs amor a la astronomìa que yo....

Definitivamente, no fui astrònoma... pero aprendì que siempre debemos de APOYAR los sueños de nuestros hijos, por màs descabellados que sean para nosotros!

Gracias papà....! <3

Odio llegar y sentirme tan cansada algunas veces....

Odio llegar y sentirme cansada.  Exhausta.  A veces quisiera estar segura si mi agotamiento renace de las cosas hechas ò de las que se quedaron sin hacer.  Estoy muerta.  No, no lo estoy.  Estoy viva, por que si no estuviera viva, no podrìa sentir el peso que se me acurruca encima los hombros y còmo mis brazos parecen volverse de piedra.  A veces, pienso que mi cansancio viene desde adentro.  Viene de ver que todos los dìas son iguales y que nada cambia. De que quisiera cambiar el mundo y a mi regreso todo sigue igual.  A veces pienso que viene de ver el cesto de la ropa que nunca se termina de lavar ò de las voces que quieres escuchar y no se puede, por que nunca hay tiempo suficiente....

Un dìa quisiera poner un letrero de "clausurado" colgando de mi espalda y tirarme  a dormir hasta que el mundo de los sueños se harte de mi presencia.  Salir de vacaciones de mi misma. Olvidarme de que existo y si fuera posible, dejar abandonado mi cuerpo de carne sobre mi cama y salirme volando por enmedio de las rejas de mi ventana... Dejarme arrastrar por el viento libremente y que sea la vida la que decida a donde me quiere llevar mientras yo simplemente floto entre sus manos. Regresar de noche cuando ya todos los demàs se hayan dormido...

De reojo veo caer la noche con serenidad, sin hacer grandes alardes por su llegada. Siento como el ocaso de la tarde me acaricia lentamente.  Adoro ver las siluetas de los arboles convertirse en sombras negras sobre un cielo que parece anunciara con agonìa y magestuosidad la conclusiòn de un dia cumplido. Por unos momentos se tranquiliza la vida. Hay silencio.  En esos instantes en mientras se apaga la ultima linea de luz del sol y se encienden las luces vertiginosas de la vida que nos hemos creado, parece que existiera un segundo de reconciliaciòn entre el bullicio de la vida naciente y la paz del grandioso final.

Quisiera que estuvieras aqui compartiendo el peso de la noche que me asfixia.....

Recuèrdame...
















Recuèrdame al final, olvidarlo todo...
quitarlo todo, ¡destruir las notas y los borradores!
que no queden letras sueltas que se lleve el viento y alguna vez cuenten
que nos vieron a ti y a mi platicando por ahi...

Que el ùltimo trago que bebamos juntos sea de aguardiente y lo tomemos puro
para que arrastre hasta su tumba
los diez mil colores que grabe en mi mente
y esa imagen dulce que arrullaba a oscuras
se deshaga en lagrimas de pintura seca
que ahora huela a dolor por ti.


Recuèrdame al final, olvidar tus risas y tus manos dulces...
arrancar tus huellas de mi carne viva, que al final no importa,
si el corazòn ya està muerto, de cualquier forma  no puede latir.
Recuerdame al final que no es que tù te vayas, es que yo te dejo:
te dejo que te largues, te dejo que me olvides
y cuando lo hayas hecho, sè que entonces lloraràs por mi.