lunes, 24 de junio de 2013

Cómplice callado de todos mis andares

Ya me aburri de trabajar.  La tarde lluviosa y tranquila se va a cuentagotas mientras que le doy sorbos a un café que ni siquiera sabe a tus besos…

 Mejor pienso en ti y a ver qué nos sale:


 Me encantas cuando me preguntas tranquilo y condescendiente
¿Dónde está  todo aquello que digo ver en ti y que por más que lo buscas,
Tú no lo encuentras?
 
Adoro tus ojos fieros y tus pupilas de almendra haciéndome sonreír
mientras me cuentas historias de heladas y ventarrones,
tus manos de niño inventan caminos secretos en mi espalda
que borras en sigilo con tus labios para que no se puedan volver a encontrar.
 
Amo tu fuerza.
Tu paz, tus anhelos, tu rabia, tu tranquilidad.
Amo que seas el cómplice silencioso de todas mis aberraciones
y que muchas veces, simplemente estés allí
quieto, callado, abrazándome como si tus brazos fueran raíces
que me atrapan (y yo no quiero escapar).

De repente, te vuelves grande, enorme, inmenso…
y me quedo como una niña chiquita, mirándote.
Observando la formas y las maneras con las que mandas al mundo
y cuando ese espacio ha terminado,
vuelves y te acurrucas en mí respirando la misma paz
con la que me envuelves y cobijas…
 
Te amo como sabía que quería amarte.
Te amo para mi, para siempre

No me supongo una realidad en la que tú no aparezcas.
Mi mundo se fundió con el tuyo y se convirtió en uno solo,
algo así como tú y la vida que explota burbujeante,
únicos e inseparables.



martes, 18 de junio de 2013

Criando cuervitos.....


Y soy tu madre, y por ello tengo la obligación de lidiar con tus berrinches, tus desplantes, cuidar de ti, lavar muy bien tu ropa, guardarla en los cajones, preparar muy bien la sopa y estar siempre lista para tus quehaceres y tareas atender ¿Qué acaso yo no veo que estás tú muy cansado ó quizá muy agobiado cómo para tu vida resolver?


Y soy tu madre…¡y no estoy pa´cuestionarte! ¿Pues cómo yo me atrevo a malmodiar tus visitantes si ésta casa es mía y qué es lo que me pasa, si es que llegas tú  asoleado y no hay algo bien frio y listo pa´beber?

 
¿Qué no hay dinero? ¡Pues si ese es mi problema! ¿Qué acaso es tú bronca que yo no tenga a quién pedirle y que estés tú tan ocupado andando con amigos  para no haya nada de comer?
 

¿Qué críaste cuervos te dice la vecina tan solo porque en vez de convertirse en  medicinas, los pesos del armario se guardan cuidadosos por si  nuevamente una patrulla se vuelve a aparecer?
 

Y mientras lloras tragándote las lagrimas te preguntas por qué diablos no dejan de criticar a tu bebé….
 
 

Los gallos no cacarean, solo las gallinas cluecas...

Solo han bastado un puñado de eventos y salidas para conocer a “la raza” y estoy llegando a mi primera conclusión: La historia es de quién la escribe y no de quién nomás la plática. De una cosa si estoy segura, cómo en todos los mundos, el cuento está rodeado de luces y sombras y quienes verdaderamente se llevan el mérito no necesitan pavonearlo para ser los reyes del gallinero. El respeto y cariño de la gente se gana simplemente por los logros propios no por simple titulación y tuve la fortuna de poder atestiguarlo dos veces tan solo en esta misma semana.
Abrazos fraternales y fuertes apretones de manos de algunos que tenían tantos años sin verse son la constante en todas las ocasiones. Es curioso que las rivalidades y celos no se dan entre los actores principales, si no entre aquellos que ya muy después se fueron integrando a la obra. Mitos urbanos y figuras prácticamente de leyenda igual disfrutan cascareando con los muchachos que van llegando, que compartiendo anécdotas que se anteceden de frases tales como“…¡uy! ¿Te acuerdas cuando.....? Fue como en el ´76 ó ´77, no?” . Planes, proyectos, cordadas y memorias surgen entre carcajadas y una que otra cerveza. Al cabo que bien dicen por ahí “El corazón no envejece, nomás el cuero es el que se arruga”. Hay tanto trabajo que hacer que hasta pareciera que el tiempo se detuvo y nomás nadie hizo nada en todos estos años ¿Exceso de inercia, falta de imaginación para poder ver más allá de donde llega la visera de la gorra , conformismo descarado ó falta de capacidad para tomar las riendas? Como sea, el espíritu de renovación está inundando muros y paredes y sí antes el desafío era ser el primero en besar aquellas cimas de roca, el de hoy es dejar un legado y una escuela para que los que vengan después sean cada vez más fuertes y mejores todavía…
Si tu vida y acciones no tienen trascendencia, entonces… ¿cuál será la diferencia entre qué seas ó no seas? Los hombres que valen la pena son solamente aquellos capaces de aventarse a nadar contra la corriente con tal de cambiar el rumbo de la historia y no esos que simplemente se sientan en la orilla a contemplar cómo se van dando las cosas. A muchos les dijeron “estás loco, no se puede” para tratar de desanimarlos hace años y al final, no hubo quién pudiera detenerlos. Hoy hay quienes se imaginan que existen espíritus igual de tibios a los propios que se pueden doblegar con un simple“…¿y a ti qué te importa? Nosotros así estamos bien agusto…”. Es tan fácil cruzarse de brazos y decir “es que…así ha sido siempre” que por eso decía mi padre que no sabía si le tenía más miedo a la ignorancia ó a la mediocridad.

lunes, 17 de junio de 2013

Rompiendo la barrera de los dos metros...

Si algo he aprendido de mis intentos de excursionista, es que no hay nada escrito ni definitivo.  Y como la vida es más agitada que una coctelera, después de varios giros desatados nos vino a poner donde finalmente deberíamos de haber estado desde hace rete-hartos años. Si bien, estaba yo más que ansiosa de irme a trepar al Nevado hasta hartarme, ponerme a jugar en la nieve, llenarme las botas de polvo explorando veredas escondidas y agarrar condición bajando y subiendo la barranca en mientras le llego al Izztacihuatl, mi hermoso paquete me vino con todo y trepada guerrera a las piedras y  pos ahora sí, hora de dejar atrás los simples rapelitos coquetos y comenzar la ruta de abajo para arriba en las piedritas, es decir aprender a escalar.


La escalada en roca comenzó a llamarme la atención –o mejor dicho, la descubrí- por los amigos de mi hija Andrea: un montón de muchachos que disfrutaban el irse a encaramar en las piedras de El Diente llenándose las manos de una cosa blanca y trepándose de una manera ininteligible para mí sobre paredes “lisas” y totalmente verticales.  Eso que nació como una admiración comenzó a convertirse en una afición y después de un par de desplantes filiales por parte de mi retoño, repasé varias veces en mi mente la idea nunca aterrizada de irme a tomar clases a un rocódromo para aprender a jugar también yo al hombre araña…. 
 

Mi primera “lección oficial” en El Diente fue desastrosa: saldo de una rodilla raspada y la imposibilidad total de despegarme del suelo con todo y mis botas de suela amarilla.  Pero como la idea no era desechable,  la siguiente visita ya fue con el disfraz completo y si bien, no sé si me dio más miedo subir ó bajar el escaso metro y medio que me mal pude trepar, el asunto ya comenzó a convertirse en un reto personal y ¡seré chillona pero no rajona! Los movimientos ligeros y casi poéticos de mi adorado Chemanix sobre la roca ponen de manifiesto mi falta de coordinación psicomotriz fina y el excelente trabajo de mi abuela gritándome cada vez que me veía trepada en algo “te vas a caer de allí y a romperte toda la cabezota”. Mi siguiente incursión concluyó con un raspón fuerte en las costillas y  la posterior con un golpe de calor.  En la siguiente salida –que en la mente de Chemanix estaba destinada a ser la última si de plano no había forma de que dejara el pánico guardado en mi mochila….- finalmente ocurrió el milagro: constaté que si subo asegurada, NO me voy a caer y entonces todo cambió de dimensión y comencé a verle pies y cabeza a mis intentos de escaladora.  Poco a poco, el temor a caerme y reventarme la cabeza como sandía se fue sustituyendo por un grito de “ténsame” y la tembladera de las piernas se controló poco a poco aprendiendo a acomodar los pies y bajando los talones.   Los nombres de las técnicas y posiciones se vuelven comunes y ahora el reto  se divide en dos partes: por un lado, el acondicionamiento físico y la resistencia y por el otro el más complejo: el entrenamiento sicológico.
 
 
De los roqueros y ruqueros aprendes muchas cosas y si bien mi gran amor siguen siendo las cumbres inmensas y cubiertas de nieves eternas, el olor de las piedras y su textura deliciosa en tus manos se han convertido en excelentes maestros para tratar de moldear mi carácter, ya que si algo necesitas para andar allí no son unos pies de gato de la mejor marca, necesitas temperamento,  disciplina, es lograr tener un control total y absoluto de tus emociones y no dejarte dominar por el miedo bajo ninguna circunstancia.  Es tener que estar consciente en todo momento que no debes de perder el control y eso es algo que te llevas aún cuando ya te hayas bajado de la roca.
 
 
Es un hecho que muy probablemente jamás vaya a poder hacer un 5.14 ni a ser campeona nacional, pero pues como ya sabemos aquí no hay nada escrito y quién quita algún día termine trepada arriba de la Peña de Bernal ó de plano, vaya a hacerle cosquillas a El Capitán.  Por lo pronto, traigo 6 cortadas abrasivas en los dedos, me duelen todos los músculos de la espalda en mis intentos por  aprender a hacer bulder y no me fue tan mal con la escalada artificial.  Entre más me meto en esto más me doy cuenta de que hay demasiadas cosas que necesito aprender y por lo pronto, mi segundo reto es sobrepasar el límite de los dos metros en punta sabiendo que la única línea que me espera en caso de una caída es la del suelo.  El primero fue convencerme de que si podía cambiarme de pisadera sin terminar en el piso, aún cuando tuviera que practicar brincoteando encima de las tapas de los garrafones…