¿Y qué
carajos hago aquí? Esa no era la pregunta que corría por mi mente mientras
temblaba de frio en medio de la tormenta
del sábado. El estrés previo que
circundó mi vida era evidente y si le sumas las obligaciones, una semana que se
fue como agua, los compromisos
adquiridos, la graduación de mi hija, la enorme carga hormonal que me
acompañaba y la muy prudente observación de parte de Chemanix de que lo más
conveniente era de que yo estuviera en otra patrulla, me planteaban un panorama
que no era realmente animador.
¿Sobrevivir?
¿De quién? ¿De la lluvia, el frio, el hambre, los salvajes? ¿Qué acaso no es
más complicado y difícil sobrevivir a la delincuencia, los cambios de humor,
las cuentas por pagar y demás peligros que nos acechan todos los días? Como
fuere allí estamos ya. Instalados en el
curso de teoría que nos llevaría a aprender sobre la psicologìa de la
supervivencia y de paso cosechar otro certificado para continuar con la
acreditación. Con más dudas que fuerzas
comencé a amontar en mi mochila de montaña todo lo que decía mi lista sin
ningún orden lógico, tambièn incluì cosas que no indicaba la lista pero igual
pensaba que nos podrían llegar a servir.
Siempre he
sido mala para comer, así que realmente el hecho de estar prácticamente 3 días
Un viaje
largo, cansado. Con esos asientos de
camión chiquito que no te dejan estirar las piernas. Los hombros de mi Chemanix
la hacen de almohada por un rato y allí nos vamos alternando la mochila. Son
casi las 10 de la noche y solo Dios sabe donde estamos. Comienza una caminata nocturna entre
huizacheras y cacas de vaca, me alegro de haber llevado mi rompevientos y un
pantalón de nylon que hace que las espinas pasen de largo. Alli estamos, tomados de la mano zigzageando
para dejar que nuestros ojos y pies se acostumbren al terreno. Hay muchas caritas conocidas y otros nuevos
que nos acompañan. Me gusta la vista de
los arboles anochecidos pero aún asi algo no me termina de convencer. A lo mejor estoy siendo sumamente negativa ó
estoy comenzando a ver la realidad en la que estoy metida. Como sea, 4 compañeros de mi patrulla
comienzan a armar lo que podemos tratar de llamar refugio mientras que 5 de
nosotros nos ofrecemos para ir a buscar la leña para la fogata común. Guantes, cuchillo y un cordino son escuela
previa y pronto mis compañeros de brigada notan su importancia. Lo primero que nos recibe es un alacrán y una
viuda negra descansando sobre una construcción abandonada, “tengan cuidado y
nadie toque nada con las manos” es una recomendación que nadie necesita recordarnos
mientras cada uno hace su mejor esfuerzo para poder proveer de combustible
nuestra fogata. Se ordenan las guardias
nocturnas y los que no fuimos sorteados para el primer turno nos vamos a
dormir. Nuestro refugio es una serie de
bolsas plásticas de basura amarradas con cordinos a las huizacheras y en vez de
sacar el sleeping prefiero tirarme a dormir sobre una bolsa negra. Después de mi guardia de 2.00 a 2.30 am quedé
de sándwich entre Vany y mis demás compañeros y cuando apenas llevábamos un par
de horas tratando de dormir sin pensar en las arañas y alacranes que caminaban
libremente por todas partes, un grito nos levanta a todos para que una vez alineados alrededor de
la fogata nos recuerden que no nos lavamos los dientes y nos muestren la constelación
de Orión. Esto va a ser más mental que
físico pensé y nos dieron permiso de irnos a dormir una hora más.
No hace
frio. El sol todavía no sale y es hora
de comenzar el día con algo de ejercicio.
Inyectando presión mental nos ordenan desmontar nuestro campamento para
empezar la marcha. Bajaremos a un
terrero a unos 400mts de distancia que tiene vista a la laguna. Nuestro entorno cambia radicalmente y dejamos
los chaparrales para entrar a una selva ribereña llena de humedad. Hay un
alacrán en la mochila de Domingo que Vany alcanza a ver y en una rapidísima
maniobra, Jorge saca el cuchillo de su
cintura y le corta el aguijón. Todos
comenzamos a revisarnos las mochilas sin
bajarlas para evitar algún otro intruso en al
marcha. Al llegar al lugar elegido por nuestro guía,
vemos una maqueta de armado de refugio de camastro adecuado para la zona. Me siento como si estuviera viendo alguna
escena de una de esas películas de comandos armados. No parecemos montañistas, me da la impresión
de que parecemos guerrilleros… De los refugios pasamos a una charla de
nutrición que complementaron con sus conocimientos profesionales algunos de
nuestros compañeros . No fue la primera
vez que tuvimos intervenciones de parte de la gente del Colli y eso te permite
darte cuenta de que quizá no estamos tan mal y entre todos somos una buena
patrulla. Una muestra de armado de
trampas de corredera y gatillo cierran la instrucción de la tarde y cada
patrulla tiene la consigna de construir su propio refugio para pasar la noche. De las 5 patrullas era notorio quienes tenían
más habilidades para alguna área y quiénes no.
Definitivamente la patrulla de Nacho, Néstor, Miguel y Chema tenían
mejores habilidades que todos los demás juntos.
Nuestro instructor decidió hacer algunos cambios en todas las patrullas
y cambio a Chema a la patrulla 3 y a nosotros la patrulla 1 nos quitó como Jefe
a Domingo y nos envío al joven Daniel que a sus 11 años me preguntaba yo si
estaría seguro de lo que estábamos haciendo.
Como sea, decidimos que como lo que se cambió fue al jefe, entonces
Daniel sería el nuevo jefe y seguimos adelante con el armado de nuestro
terrible refugio que definitivamente era el más feo comparado con los de los
demás pero de entrada quizá era el más útil cuando comenzara la lluvia.
Junto con los
truenos y los chorros de agua helada que corrian por todas partes comenzó a
morir el ánimo divertido de todos.
Dentro de nuestro refugio, cada uno de nosotros comenzamos a caer en el
punto de quiebre y por mi mente pasaba lo innecesario que era
estar en una
situación tan complicada y ruinosa.
Jorge también estaba sacando su frustación en una conversación con Vany
que iba caldeando los ánimos, Dany hacia
el intento de mantener el buen humor contándonos chistes mientras que Pirri se
mostraba ajeno a todos nosotros. De
repente el agua comenzó a acumularse sobre nuestro techo y decidimos que la
siguiente maniobra era permanecer sentados para intentar estar lo más secos
posible. “De seguro nuestros compañeros
deben de estar pasándola peor” era el comentario que salía de cuando en cuando
y en lo más fuerte de la lluvia Vany seguía preocupada porque el siguiente
turno de guardia era el de Miguel y no quería que fueran ellos quienes
rompieran el rol. “Si éste es el único
punto seco que hay aquí entre toda la tormenta”-pensaba yo – “de seguro los
alacranes y arañas trataran de llegar a él también”. Estoy tan tensa que prácticamente estoy en
silencio. Enciendo mi lámpara roja y
trato de concentrar toda mi energía en esperar que la lluvia termine pronto y
no pase nada que tengamos que lamentar.
Mi peor temor se vuelve realidad cuando veo un alacrán enorme y brilloso
paseando sobre la chamarra de Jorge muy cerca del cuello. Sin dejar de aluzar al animal me hinco sobre
los sleepings que a éstas alturas de la tormenta se encuentra totalmente
empapados y aviento el techo para tener mayor campo de visibilidad. “Jorge, todo está bien. Tranquilo.
NO te muevas tienes un alacrán sobre la chamarra” fueron las palabras
que intente decir con la mayor serenidad posible para evitar que en una
reacción de pánico mi compañero hiciera algún movimiento brusco y terminara
picado por el arácnido. Vany se levanta
como resorte y comienza a tratar de subir al animal que camina por toda la chamarra sobre una
rama mientras yo no dejo de aluzarlo
para no perderlo de vista. “¡Miguel, Gus
vengan de inmediato por favor, un alacrán encima de Jorge!” grito Vany. Yo quería gritar que viniera por favor a
ayudarnos pero estoy tan shockeada ya en ese momento que no puedo elevar la
voz. Miguel logra aventar el animal al
suelo sin que nadie resulte lastimado.
Ya no pude más. Voltee a ver como
nuestro refugio estaba completamente destruido, estaba empapada, titiritando de
frio, mi mochila innacesible, tenia miedo de voltear a ver mi ropa y descubrir
que hubiera algún otro animal ponzoñoso amenazando mi vida. De repente, me olvide del resto de mi
patrulla y lo único que pensé fue en salir huyendo a buscar a Chemanix para que
me consolara. Estaba asustada, llorando,
temblando de frio y lo único que quería era sentirme protegida.
“Tengo frio
¿Me haces un campito?” llegué al refugio de la patrulla 3 caminando entre el
lodo. La mayoría de mis compañeros
estaban parados alrededor de la fogata mientras la lluvia seguía cayendo a
raudales. ¿Y qué carajos hago agui? Si
yo pudiera estar ahorita en mi cama, podríamos haber ido a escalar un rato,
llegar, cenar rico y estar ahorita acurrucada en una cama limpia y seca? ¡Yo ni
siquiera soy guía!” Esos eran mis
pensamientos mientras que buscaba algunos centímetros de espacio para
acomodarme entre Chema y Toñita intentando no molestarla a ella demasiado. Chemanix está solamente envuelto en dos
bolsas negras todas llenas de lodo y también se encuentra empapado. “Trata de agarrar calor” me decía mientras no
podía dejar de temblar en ese momento, no sé si de frio ó de miedo….
No deja de
llover. Estoy acostada sobre el suelo en
la orilla de una bolsa y el agua corre por mi espalda. Varias veces me incorporo sobresaltada
sintiendo que algo me camina encima y quisiera hacerme chiquita, chiquita y que
todo esto desapareciera por favor. Nunca
me había tocado vivir una tormenta de una manera tan miserable. Siento que si sigo allí acostada caeré en un
estado de hipotermia grave y me decido a irme también a parar junto a la fogata
con el resto de los que están allí. Uno a uno vamos llegando haciendo un
círculo alrededor de un fuego que desafía los elementos y se mantiene vivo como
si supiera que de él está dependiendo el espiritu de todos. Al llegar, veo a Roberto que abraza a Dany
que no deja de llorar asustado y completamente helado. Valentina hace lo
posible por consolarlo. Trae un pantalón de mezclilla así que puedo imaginar la
temperatura a la que se encuentra. Fabi,
Valentina, Vany, Andrea, Pirri, Mingo, Jorge, Néstor… todas las caritas lucían
desencajadas y
después de un par de minutos también se incorporó Chema al
grupo. Poco a poco el calor de las
llamas comienza a secar la ropa de algunas partes. Mi pantalón tiene un 25% de algodón en el
forro y no puedo terminarlo de secar de la cadera y parte interna de los
muslos. Son cerca de las 3.00am y siento
demasiado temor todavía de ni siquiera sentarme en el suelo pero veo cómo poco
a poco mis compañeros van buscando algún lugar para dormir cerca de la fogata. La tormenta comienza a ceder y yo ya no puedo
permanecer más de pie. Comenzamos a
buscar algún lugar para acostarnos pero pareciera que todo alrededor se
encuentra ya ocupado por alguien. Sigo
teniendo frio. No tenemos nada para
taparnos más que mi sábana de emergencia y dormiremos sobre dos bolsas negras
llenas de lodo. Una palmada en la
espalda y un dulce “ya duérmete” tratan de tranquilizarme. No me quiero dormir
ni quiero apagar la luz pero es inevitable hacerlo. Que pase lo que tenga que
pasar.
Son las 6.00
am y Toña avisa que es hora de levantarse.
Me encuentro totalmente entumida y aturdida. Por la humedad y el frio traigo un cólico
menstrual insoportable y la garganta inflamada.
Creo que tengo algo de fiebre también.
No me quiero levantar pero odio estar acostada allí en ese lugar lleno
de piedras que están marcadas en todas mis costillas. Nos
vamos al fuego a intentar secarnos
nuevamente y al comenzar a calentarnos surgen otra vez las risas y las bromas entre todos. El ánimo vuelve a subir y todos narramos lo
que vivimos con la tormenta. Mi humor
mejora lentamente pero el malestar físico es real. Me cuesta trabajo imaginarme el dia de hoy
realizando todas las actividades con las que nos había comentado Gustavo íbamos
a probar las habilidades aprendidas. No
puedo con el peso de mi mochila al comenzar la marcha y saco mi bastón de
senderismo para apoyarme aún de que Gustavo me indica que si puedo hacerlo sin
él mucho mejor. Cada paso me genera un gran esfuerzo, Chema que viene atrás no me despega la mirada
de encima y los miembros de mi patrulla me dicen palabras de ànimo. Jorge como
Jefe de patrulla està al pendiente de ayudarme en los pasos dificiles para que
no me vaya a resbalar. Quisiera rajarme,
decir simplemente “ya me voy” pero no lo voy a hacer. No van a descalificar a mi patrulla por mi
culpa porque sé que mis compañeros han hecho su mejor esfuerzo y me
autoconsuela imaginarme que quizá más de alguien debe de sentirse como yo. Vany me ofrece dos buscapinas cuando llegamos
a la parte de arriba de la brecha y comenzamos el acondicionamiento
físico. Siempre me ha gustado correr
pero ahora trotar me genera un gran esfuerzo y siento como si me estuvieran
clavando un puñal en el abdomen… “Benditas buscapinas, hagan efecto por favor….”
Gus me llama y me pregunta cómo me siento, le digo que de la chingada pero no
me voy a rajar. Solo le pido que no me
quiero meter a la laguna para no empeorar mi condición y me responde que solo
yo sé lo que quiera hacer y lo que no.
Las clases teóricas me dan un espacio para reponerme y para cuando
terminamos defensa personal ya me encontraba completamente dopada.
Allà vamos,
guardo el bastòn de senderismo y comienza la bajada hasta la laguna
nuevamente. La mano firme del Jefe de
patrulla nos inspirò a todos a seguir adelante.
Con decisiòn entramos todos al agua marchando sin perder el
equilibrio. La satisfacciòn que senti
por un acto tan sencillo fue
extrañamente indescriptible. Mojados
pero con la moral a todo lo alto subimos a toda prisa por el sendero para
realizar nuestro camastro. El primero lo
hicimos donde habiamos hecho el refugio de la noche anterior y Gustavo nos dijo
que eso era
ventajoso y decidimos realizar uno totalmente nuevo. En un despliegue absoluto de organizaciòn
hicimos en media hora un excelente camastro que pudo soportar el peso de
nuestro lider. Con los conocimientos
bàsicos que teniamos de primeros auxilios hicimos nuestra camilla y Vany
procediò a realizar el vendaje de una fractura expuesta. El resto de la actividad consistía en bajar 400mts con el peso de 4
mochilas sobre nuestra camilla. Dany era muy pequeño para ayudar a cargarla,
asi que decidimos que èl fuera revisando que no se cayera nada y nos fue
proveyendo de algunos sorbos de agua.
Nos fuimos alternando hasta llegar a la meta. Exhaustos solamente
tuvimos 5 minutos para hidratarnos y darle un par de mordiscos a una barrita
energètica. Estaba temiendo que la orden
nueva fuera tener que volver a bajar hasta la laguna pero afortunadamente el "examèn"
bajò un poquito de ritmo y la nueva instrucciòn fue la de construir un refugio,
una fogata, un filtro de agua, buscar una orientaciòn geografica y finalmente
hacer una trampa a unos cuentos metros de donde estabamos. Nuevamente hay
avisperos por todas partes y pronto Chema aparece buscando a Gustavo con una
picadura de avispa. Para variar, yo
tambièn me llevo una picadura en la rodilla y al voltear hacia arriba descubro
que estaba poniendo la fogata exactamente debajo de un nido. La tensiòn
de mis mùsculos se habìa comenzado a relajar de màs y sentìa cierto letargo, cada uno comenzamos a platicar de nuestros sentimientos y experiencia mientras construiamos lentamente lo encomendado. Eramos un grupo de extraños que ahora eramos amigos. Jorge me agradece por la manera en la que manejè el asunto del alacràn y me dice que le hice sentir la confianza de que todo estarìa bien, aùn cuano lo hubiera picado. Nos dijo que èl sabìa que nosotros sabriamos que hacer y todo hubiera salido bien. Hace un dia no nos conocia y ahora era capaz de haber confiado literalmente su vida a nosotros. Con ese pensamiento en mente termino mi fogata y le ayudo a Vany a darle los ùltimos detalles al refugio. Los chicos se van a montar la trampa y Dany ya tiene listo el filtro. Termina la revisiòn de todo lo hecho a las 5 patrullas y nuestro curso culmina con una marcha a pie de carretera por 7 kms hasta Tuxcueca que ya se dejaba venir desde el momento que ordeno Gustavo a Chema que pusiera un reflejante en su mochila y le indicò que serìa la retaguardia.
Nunca antes
habìa estado en un curso de supevivencia y no sè si vaya volver a estar en
otro.
Lo que si puedo decir es que aprendi cosas de mi que yo no habìa
conocido. Me vi quebrarme tan fàcilmente
ante un evento tan simple que me hizo recordar mi fragilidad. Recorde que puedo ser tan fuerte como yo
quiera y que la fuerza de los màs debiles es capaz de mover a todos los
demàs. Me llevo nuevos amigos. Conocì gente que sè que marcarà mi historia y
a lo mejor en esas pocas horas que
comparti con este grupo de amigos pueda que tambièn sin saberlo haya marcado a
alguien tambièn. Lleguè exhausta,
enterregada, extrañamente sin hambre.
Con el peso de una mochila completamente mojada y una infecciòn en la
piel pero disfrutando de una extraña sensaciòn de triunfo a pesar de no haber
hecho nada extraordinario realmente...