martes, 18 de junio de 2013

Los gallos no cacarean, solo las gallinas cluecas...

Solo han bastado un puñado de eventos y salidas para conocer a “la raza” y estoy llegando a mi primera conclusión: La historia es de quién la escribe y no de quién nomás la plática. De una cosa si estoy segura, cómo en todos los mundos, el cuento está rodeado de luces y sombras y quienes verdaderamente se llevan el mérito no necesitan pavonearlo para ser los reyes del gallinero. El respeto y cariño de la gente se gana simplemente por los logros propios no por simple titulación y tuve la fortuna de poder atestiguarlo dos veces tan solo en esta misma semana.
Abrazos fraternales y fuertes apretones de manos de algunos que tenían tantos años sin verse son la constante en todas las ocasiones. Es curioso que las rivalidades y celos no se dan entre los actores principales, si no entre aquellos que ya muy después se fueron integrando a la obra. Mitos urbanos y figuras prácticamente de leyenda igual disfrutan cascareando con los muchachos que van llegando, que compartiendo anécdotas que se anteceden de frases tales como“…¡uy! ¿Te acuerdas cuando.....? Fue como en el ´76 ó ´77, no?” . Planes, proyectos, cordadas y memorias surgen entre carcajadas y una que otra cerveza. Al cabo que bien dicen por ahí “El corazón no envejece, nomás el cuero es el que se arruga”. Hay tanto trabajo que hacer que hasta pareciera que el tiempo se detuvo y nomás nadie hizo nada en todos estos años ¿Exceso de inercia, falta de imaginación para poder ver más allá de donde llega la visera de la gorra , conformismo descarado ó falta de capacidad para tomar las riendas? Como sea, el espíritu de renovación está inundando muros y paredes y sí antes el desafío era ser el primero en besar aquellas cimas de roca, el de hoy es dejar un legado y una escuela para que los que vengan después sean cada vez más fuertes y mejores todavía…
Si tu vida y acciones no tienen trascendencia, entonces… ¿cuál será la diferencia entre qué seas ó no seas? Los hombres que valen la pena son solamente aquellos capaces de aventarse a nadar contra la corriente con tal de cambiar el rumbo de la historia y no esos que simplemente se sientan en la orilla a contemplar cómo se van dando las cosas. A muchos les dijeron “estás loco, no se puede” para tratar de desanimarlos hace años y al final, no hubo quién pudiera detenerlos. Hoy hay quienes se imaginan que existen espíritus igual de tibios a los propios que se pueden doblegar con un simple“…¿y a ti qué te importa? Nosotros así estamos bien agusto…”. Es tan fácil cruzarse de brazos y decir “es que…así ha sido siempre” que por eso decía mi padre que no sabía si le tenía más miedo a la ignorancia ó a la mediocridad.

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