martes, 5 de julio de 2011

Dicen que ella se fue, pero yo no les creo....

Rosa Ma. Montes Puente
Muriò el 24 de diciembre de 1977, faltando 5 minutos para la media noche.  32 años con 10 meses y 28 dìas.  Esa fue su vida exacta.

Por solo algunos minutos màs quizàs hubiera visto el siguiente dìa pero no fue asì. A veces creo que recuerdo màs de su muerte que de su vida.  Quizà por que fue tan breve nuestro compartir en el mundo que no hubo mucho espacio para dejar marcas permanentes: Un puñado de imàgenes diluidas en el tiempo es lo ùnico que deja testimonio de haber existido.

Triunfò.  Fue fuerte y se atreviò a desafiar convencionalismos sociales. Hizo lo que quiso. Decìan que su memorìa fue prodigiosa y si lo creo.  Una vieja caja guardada en los altos del closet se convirtiò en su càpsula personal del tiempo: vestigios de diplomas y recuerdos escolares, fotografìas, algunos objetos.  Ropa nueva e impecable colgada en su clòset durante muchos años fue la constante que reclamaba su espacio en la casa.  Sus lociones y perfumes fueron extinguièndose poco a poco.  Una fotografìa enorme que miraba con escrutinio la sala y eternas flores sobre la mesa.  Ese fue su recuerdo.

Mostrarle el mundo a tus hijos suele ser el trabajo de una madre, pero no para ella.  Sabìa que eso hubiera sido algo muy sencillo para nosotros y por eso nos desafìò a descubrirlo nosotros mismos a partir de las huellas que nos dejò en la arena: no serìan eternas, solo estarìan alli el tiempo suficiente para que las pudieramos seguir.  Su primera lecciòn fue contundente: Estamos solos.  Pero no fue una lecciòn de miedo, fue de fuerza.  Fue dejarnos descubrir que no necesitas que alguien te tenga que tararear tarde a tarde tus obligaciones para que puedas cumplirlas.  Nos hizo valientes. No hay espacio para el miedo cuando no hay nadie que pelèe por ti tus pequeñas batallas mientra tù simplemente comes palomitas viendo la televisiòn.... Recuerdo haber comenzado mi libertad a los 5 años, a los 7 tuve que consumar mi independencia.

Ella nunca se fue y lo demostrò a cada momento. Era invisible, es todo. Las leyes de la gravedad, peso y espacio dejaron de serle una limitante.  Odiabas ser diferente y quizàs ella lo sabìa pero no le importaba: no habìa manera de dar marcha atràs en las cosas.  Nunca se fue.  Se convirtiò en una intuiciòn que parecìa muchas veces gritarte desde alguna parte si algo no era correcto.  Se convirtiò en un espiritu de lucha y de rebeldia ante todos los que se acercaban a prodigar su làstima.  Se convirtiò en fuerzas, en coraje para resolver problemas con los que no estabas listo para lidiar todavia...

Todavia hoy pienso, que hay muchas cosas que me hubiera gustado conversar con ella compartiendo una taza de cafè, eso no cambia.  Pero tambièn sè, que desde ese dìa tengo una acompañante eterna que en màs de alguna ocasiòn ha sonreido y cruzado los brazos silenciosamente mientras que pienso que fui yo sola la que llegò a la meta...

Te quiero mamà!


2 comentarios:

Door Motor dijo...

Wow! ... estoy sin palabras mujer!!! Que hermoso homenaje!

Nora Isabel Granja Montes dijo...

Muchas gracias Jacky! Una mujer extraordinaria realmente =)