jueves, 21 de octubre de 2010

Las Piedras.

Era completamente redonda.  Blanca. Perfecta.  Parecia un mudo carcelero que soltaba de uno en uno los demonios que rondaban en mi cabeza.  Jamàs habìa sentido miedo, ni cuando era niño y me salia a caminar en la obscuridad del cerro escuchando crujir la arena bajo mis pies . Me enseñaron a enterrar en el centro de la tierra cualquier vislumbre de compasiòn ante quien no la merecìera y no hay nadie merecedor, por que todos son culpables de algo....

Por primera vez escucho como suena el viento entre las ramas quemadas por el sol. Volteo de reojo y la luna sigue sobre de mi, rièndose. Este montòn de piedras escondidas detras del arroyo seco siempre me han hecho sentir dentro de una coraza. Eran mi territorio.  El lugar donde a los demas chicos les aterraba ir, no sè si por mi ò por lo que la gente contaba en el pueblo: decìan que en este lugar se escuchaban gritos y lamentos, habìa quienes aseguraban que esa era una cueva de Nahuales.  Algunos decìan que habìan visto luces moviendose entre las piedras.  Yo puedo decir que nada era cierto.  Mi vida a pasado sentado sobre ese montòn de piedras caprichosas, viendo caminar sobre ellas arañas del tamaño de mi mano y alacranes.  Nunca he visto nada ni escuchado nada. Aqui no hay nada.  Lo que pasa es que todos ellos son unos cobardes y se asustan con los simples cuentos de los viejos...

Muchos dijeron que yo la mate.  Otros decìan que era bruja y finalmente el demonio se la habìa llevado de regreso al infierno. Como no encontraron su cuerpo dijeron que me la habia comido.  Un dìa vinieron a buscarme un grupo de hombres armados y el capellan de la iglesia.  Decìan que por mi culpa y la de mis pecados, la tierra estaba seca y maldita.  Las mujeres que venian detràs comenzaron a rezar Aves Marìas cuando me vieron salir. Si quieren sacarme tendràn que venir por mi.  Nadie se atreviò a dispararme.  De la nada comenzò a hacer viento fuerte, de esos vientos que levantan la tierra y las hojas secas.  Dijeron que yo era el mismisimo Diablo y se fueron.  El cura me arrojò agua bendita mientras decìa cosas que solo èl entendìa.  Las mujeres lloraron y se fueron corriendo cuando vieron que mi unica respuesta fue arrojarles puños de arena.  Es el demonio mismo y èl la mato, fue lo unico que dijeron un par de cobardes que se atrevieron a aventar unas piedras cuando vieron que ya me habia dado la vuelta.  No han regresado, pero sè que vendràn cuando piensen que ya no los espero....

Nunca sabre con precisiòn de donde vengo.  Muchos decìan que era la prueba de que Coralla era una bruja.  Vieja, loca y anciana de repente tenia un hijo que nadie reclamaba.  Algunos decian que el mismisimo demonio la habia dejado encinta.  Otros decìan que habìa guardado una piedra en forma de niño y la habia convertido en carne.  Por años escuche toda clase de mitos hasta que deje de bajar al pueblo a escondidas.  Me llenaba de rabia ver su desprecio hacia mi si yo no les habia hecho nada.  Coralla no estaba loca.  Estaba vieja y decìa muchas cosas.  Una vez me dijo que me encontro llorando arriba de las piedras blancas bañadas de luna.  Otra vez me dijo que me encontrò tirado en unas cobijas por allà por el camino a las minas  y pensò que estaba muerto.  Me dijo que mi madre habìa sido una puta y antes de ser ahorcada, me diò a luz en sus rodillas y le pidiò que me criara.  Nunca sabre a ciencia cierta de donde vengo.  Pensè que nunca me iba a importar... hasta hoy... hoy me sentì extrañamente solo...

En las piedras aprendi muchas cosas.  Una piedra se puede leer y te enseña a comprender todo menos a los hombres.  El desierto te da de comer si se lo pides y no te dejara morirte de hambre ni de frio si no ha llegado tu hora.  Siempre sabràs que esperar de un escorpiòn y los espiritus re-encarnan en las cosas que les gustan.  El miedo es un invento para dominar a los otros y solo los fuertes prevalecen enmedio de sus espinas.  Nunca me enfermè.  El universo no te necesita para seguir existiendo pero te da la oportunidad de aprender de èl si lo deseas.  Coralla decia que temìa el dia que me hiciera hombre, por que sabìa que no podrìa vivir entre las piedras para siempre.  Decìa que me cortarìa los pies y la lengua ese dìa para que no pudiera salir de aqui y me corrompiera como todos los demas hombres.  Tenìa un cuchillo con el varias veces la vi atravesar a un armadillo al lanzarlo.  Era lo unico a lo que me enseño a tenerle miedo...sabia que si lo querìa, podìa partirme a mi en 2 pedazos sin pensarlo.

Siempre se quedaba quieta muchas horas.  Sentada sobre sus rodillas, con los ojos cerrados y agarrando el collar de piedras azules que decia que era la puerta del universo.  Decìa que viajaba hacia otros lugares y epocas y  luego regresaba para agarrar su cuerpo.  Muchas veces me quede sentado con los ojos cerrados junto a ella. No sè como lo hacia, pero se daba cuenta de cada movimiento y pensamiento que pasaba por mi mente.  Decìa que podìa hablar con los espìritus de la tierra y bajar al pueblo sin que nadie la viera.  Algunas veces al despertar habia gallinas muertas en la casa.  Nunca me decia como ò donde las habìa atrapado.  Su unica respuesta era ordenarme que comiera  mientras prendia hierbas para santificar la casa. 

A un dia de camino se encuentran las minas.  Dicen que antes habìa mucho oro, pero la gente no supo agradecer a la tierra por abrir sus entrañas y darselo a los hombres y por eso se secò.  Los pocos que se quedaron nunca regresaron al pueblo. Tampoco los encontraron.  Dicen que en las minas se esconde un animal mitad demonio y mitad hombre y se traga a los que se animan a entrar sin encomendarse a San Miguel Arcangel. Son mentiras. Un dìa fui a buscarlo hasta el fondo de la mina grande y no lo encontrè. Nunca dije a donde habìa ido.  Cuando regrese a la entrada de la mina, Coralla estaba parada viendo como ardìa una rama de tezontle que traia en la mano.   -¡Asi es la vida de los hombres!- dijo mientras arrojaba la rama a mis pies.  -piensan que son lo màs importante que existe en la tierra y que duraran para siempre....no son mas que un montòn de polvo seco que se lleva el aire.  ¡Camina y escucha a la Tierra.  Escucha a los dioses y a los espiritus, no a los hombres!- Fueron sus unicas palabras para mi durante todo el camino....

Pasaron 2 lunas nuevas desde mi viaje a las minas cuando vinieron 3 hombres a buscarme.  Dijeron que el Juez del Pueblo y el Capellan habìan resuelto que serìa internado en el Seminario de San Francisco, que yo no podìa continuar viviendo como una fiera salvaje y necesitaba recibir los sacramentos de la Iglesia.  Coralla no contestò nada, siguiò sentada en el suelo haciendo dibujos en la tierra con sus dedos.  Un hombre me subiò a su caballo y comenzamos el viaje al Seminario.  3 dìas caminamos en circulos hasta que se les terminò el agua y uno de los hombres comenzò a tener fiebre.  Me acuerdo solamente que a mi me tenian recostado a la sombra de un Sahuaro. Tenia hambre.  Me quede dormido y cuando desperte estaba con Coralla en las piedras.  Pasaba sobre de mi atados de hierbas secas mientras canturreaba cosas.  No me permitiò hablarle hasta que terminò.  Nunca volvieron a venir mas hombres a buscarme.

No es que ella haya muerto.  No quiso volver a su cuerpo solamente.  A lo mejor, estaba harta de vivir entre escorpiones y piedras y decidiò largarse. Esperè por dìas.  Estaba inmòvil, màs de lo normal.  Nunca habia durado màs de un dìa sin despertarse.  A veces al abrir repentinamente los ojos se retorcia en el suelo y gritaba como un cuervo.  Otras veces hacia otros ruidos.  Yo solo la observaba callado y luego esperaba a que se sentarà y comenzarà a aventar hierbas al onofre que teniamos en el centro de la casa. A veces me platicaba cosas que habia visto.  Otras veces simplemente se quedaba callada con la mirada perdida hasta que volvìa a caer la noche. Algunas veces yo bajaba al pueblo mientras Coralla se iba.  Me decìa que no debìa bajar nunca. Que yo era diferente y no tenìa nada que pedirles alli.  Yo querìa tener un hermano pero no podia. Tampoco podia desaparecer como Coralla. Lo unico que podia era sentarme y quedarme quieto.

Supe que algo estaba mal cuando vi esas hormigas sobre su cuerpo.  Coralla me enseño muchas cosas pero nunca me dijo que tenia que hacer con ella el dia que ya no regresara.  Amaba la tierra y caminaba descalza por que decia que era la forma de entregarse a ella.  Pensè que le gustarìa sentirse abrazada por la tierra misma en sus entrañas.  Hice un hoyo grande junto a la subida de las piedras.  Queme sobre èl ramas de aroques secos y hojas de madretierra que habia en el lugar. Hice eso por que es lo que hubiera hecho Coralla.  La rocìe con polvo de tenacas que guardaba en una canasta colgada casi en el techo.  Tambien tenia candelillas secas y hierbas que no sè su nombre.  La envolvì en la cobija que usabamos para tapar el sol del lado de las barrancas y la baje al centro de la tierra.  Despùes volvi a hechar encima la tierra roja que habia salido, puse las piedras que habìa encontrado bajo la tierra en el mismo lugar donde estaban tambien.  Por primera vez me permitio usar sus collares y senti que el pecho se me abriò como cuando vas a gritar con fuerzas, pero no dije nada.  Me amarrè tambien el lazo de cuero que tenia unas plumas largas y negras encajadas. Pensè què pasarìa  si ella regresaba y yo ya habia guardado su cuerpo.  Prepare una vacija con agua para lavarla.

Coralla no hablaba mucho.  Decìa que la voz era un regalo de los dioses y se la tragaban las serpientes para escupirla en la tierra.  Escuchaba como si fuera un arbol.  A veces me decia que si queria hablar, lo hiciera conmigo mismo: era el ùnico que no me traicionaria ni me dejaria solo nunca.  La gente no entiende.  La gente mata.  El puma mata por comida.  Los hombres matan por venganza.  Alguien que venia de las minas dijo que me viò matarla.  ¡Nadie podìa matar a Coralla!  El grupo de hombres vino a preguntar en donde estaba la vieja.  Nunca la soportaron por que ella les recordaba lo que no eran.  No les importa saber donde esta.  Quieren un pretexto para acercarse.  No les importa saber si yo la mate ò no.  Ellos querìan hacerlo de cualquier forma, solo quieren liberarse de sus culpas conmigo.

Tuve un sueño extraño.  Corria sobre las piedras, pero oia como las uñas de mis pies golpeaban como si fueran garras.  Sentìa mucha fuerza.  Me dio hambre y mataba con mis propias manos, podia destazar la carne y sentir la sangre caliente escurriendo por mi cuello.  Los perros estàn ladrando mucho.  Comienzo a correr y de repente mi mano pisa una trampa de las que ponen los jornaleros para atrapar animales. Sigo corriendo y mi mano punza mientras los perros me estàn persiguiendo.  De repente siento como me alcanzan y comienzan a clavarme los colmillos. El sonido de un disparo me hace despertar con un grito.  Me sentè mientras sentia que el corazòn se me saldrìa por la boca y los chorros de sudor corrian por mi espalda.  Al querer agarrar la vela que estaba en la ventana, un dolor en mi mano izquierda me hace retorcerme.  Creo que la tengo fracturada. Coralla podrìa explicarme que estaba pasando.  Pero ya no està.  No tengo a quien preguntarle. Me quedo sobre las piedras sentado... preguntandole a la tierra que es lo que acababa de sucederme.Pero no me habla.  Se ha quedado callada.

Tres dìas estuve sentado en el mismo lugar.  Tampoco habia tenido hambre ni sed en todos esos dias. Me sentìa lleno. Sabìa que me quedarìa dormido en cualquier momento.  Me meti hasta el fondo de la casa y me envolvì con su cobija. Tambien saque su cuchillo. No sè cuantas horas ò dìas dormi.  Estaba obscuro cuando desperte, creo que era de noche.  A mi alrededor habìan muchos cuervos de desierto.  Todos estaban callados y me observaban atentos.  Cuando me levantè, volaron hacia el techo de la casa y gritaban y hacìan mucho alboroto.  Voltiè y vi mi cuerpo envuelto en la cobija, innerte.  No podìa tocarlo.  Voltìe hacia arriba para ver a los cuervos y  salieron volando por la puerta graznando y tirando plumas.  Podia tocar todo menos a mi cuerpo.  No sè si estaba soñando.  Comence a caminar sobre las piedras. Comenze a bajar hasta llegar al pueblo a sabiendas que no debo de hacerlo.  De repente me senti ligero.  Brinque y me subi a la rama de un arbol sin esfuerzo.  Sigo caminando por las tejas sin que nadie note mi presencia.  A nadie le inquieta.  Veo mi reflejo en un vidrio viejo, soy un gato.  Me escondo detras de una reja mientras unos hombres hablan cerca de la Iglesia.  No hay gente en las calles.  Hablan todos al mismo tiempo. Un hombre dice haber visto a Coralla.  Dicen tonterias de hombres simples.  Solo los observo pero no me interesan sus voces. De repente alguien dice que viò al animal que mato a los becerros hace unos dias.  Dice que tiene una pata lastimada y no debe de andar muy lejos...

Desperte.  Ahora no estoy asustado.  No como antes. Mis correrìas nocturnas se vuelven mas recurrentes.  Me siento poderoso.  Invencible. Solo. Como nunca solo. ¿De que te sirve tener los poderes de los dioses si estas atrapado en una carcel de carne?  Ellos regresaran.  No se quedaran quietos.  La tierra sigue callada, no me habla... Pienso en esa mano vieja y callosa acariciando mi pelaje pardo mientras me permiten comer un pedazo de pan remojado en leche.  Es la unica demostraciòn de afecto que he tenido en mi vida.  A veces comprendo por que Coralla se hartò de estar en las piedras. Comprendo por que se quedaba por dias enteros con la mirada perdida. Ojalà llegaran pronto para terminar con esto.  Los puñados de tierra no los detendràn para siempre...

Oigo sus pasos.  Mi cuerpo esta dormido en el fondo de la casa, debajo de mi almohada tengo el cuchillo de Coralla. Si lo despiertan no podrè regresar a èl y me quedarè en esta forma para siempre. Mi corazòn palpita con tanta fuerza que puedo escucharlo como si estuviera afuera de mi.  Siento chorros de sudor recorriendo mi espalda.  No voy a huir.  No me voy a ir por que este es mi lugar.  A donde me vaya siempre habrà alguien que me quiera perseguir.  ¿Como supo encontrarme Coralla? ¿Donde habrà otros  iguales a mi? Oigo sus voces. Deben de estar a  medio kilometro de las piedras.  La subida es pesada para quien no esta acostumbrado a llegar hasta acà y en la noche màs.  Solamente veo 3 antorchas. Sabia que ellos cumplirian su promesa de acabar conmigo y està era su oportunidad perfecta.  Ya no serìan los asesinos del Nahual de las piedras, serìan los heroes del pueblo y nadie recordarìa sus pecados anteriores.  No les voy a dar ese honor.  No me importa lo que pase pero esto terminara de una vez: como yo lo quiera ò como la tierra me mande.

 Despierto lentamente y tomo con cuidado el cuchillo que està debajo de mi cabeza.  Sin encender ni una vela acomodo unas cobijas viejas donde yo estaba acostado.  Sè que son unos cobardes y llegaran disparando sin preguntar nada.  Si fueran hombres cabales pelearia con ellos de frente. Me paro junto a la entrada con el cuchillo alzado en mi mano.  Estàn afuera.  Hablan con murmullos y apagan sus antorchas.  Piensan que no los he visto todavìa.  Escucho como cortan cartucho. Se preparan. Es una escopeta. Traen perros.  El mas valiente entra lentamente asi como queriendo acostumbrar sus ojos a la oscuridad de esta cueva a la que me enseñè a llamar mi casa.  Arrastra los pies mientras camina.  De repente y en medio de su miedo comienza a disparar al bulto que divisa entra las sombras.  Piensa que soy yo y los otros 2 entran corriendo a ver que sucedio.  Antes de que pudieran prender la antorcha me le dejo ir al primero que està cerca de conmigo. Sus gritos se ahogan entre las garras de un puma que me lo arrebata y que parece haber salido de la mismisima pared.  Su sangre me salpica la cara.  Los perros comienzan a aullar con desesperacion desde afuera.  De repente se quedan callados.  El hombre continua disparando dentro de la casa a hacia todas partes mientras que el otro no puede prender la antorcha.  Me escondo detràs de unas piedras mientras busco mi cuchillo.  Un grito de terror paraliza a los dos hombres alumbrados con la antorcha.  La figura de Coralla aparece pintada en la pared.  Es como si fuera una sombra de colores y comienza a acercarse a ellos con los brazos extendidos y sus ojos fijos, clavados en ellos.   El hombre que traia la escopeta saca un crucifijo de madera de una bolsa de su pantalon mientras el otro esta tirado en el suelo revolcandose y hechando espuma por la boca. Està muerto. Solo queda el que pensò que me habia matado a balazos al entrar.   Al verme acercarme a èl caminando, sale corriendo.  Se resbala al bajar de las piedras y se puede escuchar desde aqui como se parte su cabeza como si fuera un cantaro seco.  Se acabo.

Suspiro lentamente mientras camino a sentarme en las piedras que dan hacia la barranca.  Otra vez volteo a ver la luna, pero ya no se burla de mi y me atormenta.  Ahora sonrie serena y siento como la tierra me abraza.  Un puma salvaje se acurruca junto a mi mientras me mira con esos ojos marrones que yo ya conozco.  Cuando vengan a buscar a los hombres veràn que los mataron los pumas del desierto y se llevaran los cuerpos. Ya nadie màs vendra a buscarme jamàs.  Soy libre.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Exelente! Nora atrapa este cuento me gusto muchisimo, eres muy talentosa, y tienes mucha imaginacion, nunca me imagine como seria el final. Saludos!

Nora Isabel Granja Montes dijo...

Muchas gracias Laurita por tus ànimos y tu cariño! me alegro mucho que te haya gustado!