lunes, 30 de enero de 2012

Una mañana en el parque

Por acciòn casi mecànica te levantas de la cama.  Son 7.45am.  Una sudadera de algodòn y un buff son el abrigo suficiente. Te estiras mientras tu inconsciente te pregunta por què estàs alli.  Tratas de dilucidar los motivos de la gente que desfila a tu alrededor.  Observas.  La cantidad de asistentes comienza a incrementarse lentamente.  Capta mi atenciòn un par de mujeres jòvenes, perfectamente arregladas, gafas de sol de lujo, de esas horribles y enormes que parecen moscas. Cabello alaciado y pants con textura de terciopelo.   Me aburren. 
Cada personaje que aparece es una pequeña historia imaginaria: La pareja que viene ataviada como si fueran a hacer alta montaña, un grupo de jovenes a los que me resulta imposible seguirles el paso, la chica paseando los perros, familias completas que tuvieron como propòsito de Año Nuevo convertirse en atletas domingueros para luchar contra el sobrepeso...

Sigue subiendo el sol y con ello la tranquilidad del parque cede su lugar a una kermesse de mùsica, ruido y demàs personajes urbanos.  Los ciclistas infantiles y sus cuidadores comienzan a aparecer por doquier.  Sigues corriendo.  Poco a poco tus piernas te recuerdan que estàs llegando al extremo de tus fuerzas pero no te quieres detener todavia.  El sol de frente sirve como telòn que se va levantando para indicar que està terminando el momento de la lucha contra tus limites y es hora de unirse a la algarabìa de la fiesta dominical que comienza...


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