viernes, 13 de julio de 2012

Micos I y el fantasma de Gonzalo N. Santos en Taninul

¡Quièn diga que no le daba “ñañaras” la idea, de seguro miente con todos los dientes!  Quizà algunos de los màs guerreros lo habían hecho antes… No lo sè.  Quizà otros, solamente soñábamos en lo que debería de sentirse al caer de un pequeño precipicio.  De seguro había a quienes, les imponía la emoción de atestiguar la marca del ombligo de Mèxico… Como sea, allí estábamos todos.  Unos màs puntuales y otros màs después, acomodando con alegrìa bultos y mochilas y dando un rondin de inspección al lugar asignado dentro del camión y saludando a los compañeros de viaje…  Nuestra Guìa va y viene para acà con su inseparable tabla y registrando a quienes van llegando y quienes faltan.  Como siempre, no faltaron las expediciones al Oxxo para terminar de acarrear provisiones y botellas de agua….¿Ahora si, todos listos y completos?  Bien….  “Bienvenidos todos a nuestra excursión de Salto a Micos, Grupo Colli… con ustedes y para servir a Dios y a todo aquel que lo requiera estamos su guía Vany y su inseparable media naranja Miguel”.  Todos calladitos y bien portaditos escuchamos con cuidado nuestro itinerario a seguir, instrucciones y recomendaciones.  “Elijan quienes quieren participar en què actividades para poder organizar los grupos, esperamos llegar al amanecer a nuestro destino y si nadie màs tiene màs dudas ni comentarios, allà vamos bien puestos…”  

Pronto la ciudad y su montòn de luces comienzan a quedarse atrás…  Suponemos que estamos tomando la autopista, pero la verdad no nos mortifica mucho el camino a seguir.  Risas y murmullos amistosos se escuchan por todas partes, algunos niños pequeños ya encontraron su lugar para dormir y nos causan envidia a todos aquellos que todavía no estamos seguros cuàl será la mejor posición en el asiento.  Nos esperan casi 11 horas de camino.  El autobús es muy grande, lleva aire acondicionado y todos los servicios.  Aùn asi, hacemos un par de paradas “técnicas” para estirar las piernas un poco.  Un viaje sin mayor contratiempo que un tremendo bache ò tope que brincamos como por ahí de la 1:00am y a mi por poco me hace pegar en el techo…. Cuando te das cuenta, una voz muy familiar nos dice “Buenos días…hora de llegar a desayunar”  ¿En dònde estamos? ¡Quièn sabe!! , indagando aquí y allà pronto descubro que estamos en algún punto cercano a Ciudad Valles, SLP.  Llegamos a un restaurancito a pie de carretera que ofrece una de las especialidades de la región: Gorditas…..rellenas de reteharto chile, porque aquí todo està enchiloso y hasta el requesón te hace llorar de lo picoso que està!    Nos queda menos de una hora de camino sinuoso y lleno de arboles para llegar a la exhacienda el Taninul, el clima es màs càlido de lo que pensé ya que estamos a muy poca altura sobre el nivel del mar… Todo està verde y hermoso y las puertas del Hotel El Taninul se abren de par en par para recibirnos como distinguidos visitantes.  Campamento por aquí, habitaciones por allà, una hora libre para que se desentuman y nos vamos a las cascadas!!

Como en todo grupo grande, en cuanto nos soltaron nos desvalagamos cada uno con sus cuates màs cercanos.  Los que estábamos de acampada dejamos listo todo y nos fuimos a recorrer las instalaciones.  La casona de lo que alguna vez fue la hacienda està enorme.  La construyò un tal Gonzalo N. Santos del cual nos contaron su historia -fue màs malo que el grinch en navidad- y a apunta de horca y machete se adueñò de las tierras de la comarca y causo el terror de sus moradores. Las rocas y cavernas que se ven al fondo de las albercas fueron en algún tiempo un arrecife marino cuando la tierra estuvo en pañales y ahora son un pequeño cerrito que nos hace ojitos a quienes lo vemos desde abajo.  ¡Huele a huevo podrido! ¿Alguien no se bañò antes de salir?? ¡¡No…!!  Es un manantial de agua  aguas termales azufradas que nacen aquí en el corazón del rancho.  Le dieron forma de alberca, pero no hay que hacerle confianza: además de verde es muy profundo, hasta 7 metros de fondo y si te saca un susto si no sabes nadar.

¡Vàmonos porque nos dejan!  Hora de salir y “chin-chin” el que se raje!!  Todos muy enfundados en trajes de baño y bermudas salimos hacia nuestro primer destino: Las Cascadas de Micos.   ¡Curvas por aquí, curvas por allà y ya llegamos!  Nuestros guias locales nos llenan de información lugareña y lo que podemos hacer y esperar.  El Grupo entonces se divide en 2 y los de turístico llegan primero a su destino, el parque de Micos donde podrán chapotear un poco en las aguas tranquilas del rio, observar la naturaleza, relajarse  y especular sobre cuàntos podremos ser los que bajemos completitos y sin raspones de las cascadas.   Los que elegimos seguir la aventura ya no tenemos vuelta atrás, el camión arranca y continuamos subiendo por algunos minutos.  Finalmente abandonamos nuestro transporte y una hilera de cascos bien formaditos y chalecos nos esperan a la orilla del camino.   Con la risa de nervios invadiéndonos a màs de tres, nos ataviamos con la armadura y ahora vamos a bajar un senderito para llegar al rio….

Yo no sè los demás, pero mi mayor apuración era la temperatura del agua… Habìa escuchado historias terroríficas de que estaba màs helada que las narices de un pingüino y pues a lo hecho, pecho, que ya estamos aquí…. ¡Con mucha alegría pude desvanecer mis temores en cuanto meti los piecitos en el rio!  El agua està calientita, tiene un color verde claro maravilloso, hay cascadas y caiditas de agua por doquier y si esto no es el paraíso, es lo màs cercano que podemos tener.  Los guias dan unos minutos para que todos podamos sentirnos cómodos dentro del agua y los màs picados vamos a ver de cerca una hermosa caída de agua como de 20 metros de altura que desemboca en la poza en la que estamos…. Un grito de “vénganse para acà, vamos a comenzar” hace que el corazón comience a palpitar con màs ganas. Esto de aventarse de las cascadas tiene su chiste, porque viendo de arriba para abajo hasta 30 cms marean y ya cuando ves de abajo para arriba, dices “ay que collona que no me quería aventar”, y pues allí van los primeros valientes y por supuesto nuestra Guìa Vany abriendo pista para ver como caìan los demás, mientras que el resto todavía pensábamos si esto era una buena idea ò no…. Al ver nuestra cara de angustia, el guía local nos indicó un camino para bajar sin tanta violencia, y pues con mucho gusto varios optamos por recorrer el caminito de la piedra y pegar un brinquito al agua que fuera menos temerario…total, allí siguen màs cascadas para seguirlo intentando.



De la segunda a la 6ta poza todo fue felicidad: brinquitos chiquitos, toboganes de piedra, chapoteaderos naturales….aùn asì para todo aquel que prefiriera el plan B, siempre había “bajada alternativa” para evitar algún rasguño.   Todos felices y las bromas y carcajadas marcaban el ritmo a seguir.  Como siempre, estaban los aventados que en lo que algunos calculábamos la altura, el tiempo, la posición de la luna y la fuerza de los vientos antes de tirarnos desde algún punto, ya llevaban como 15 brincos en cada cascada.  Todo iba bien hasta llegar a la última cascada…10 metros de “hay les voy”  es la última frontera, y alli si, hasta los màs valientes se detuvieron unos segundos a considerar todas las opciones, pero como buenos compañeros, el problema fue que se aventara el primero para que otros màs también se fueran lanzando.  Uno a uno comenzaron a caer los valientes, mientras que los que consideramos que la adrenalina de bajar agarrándote hasta con las uñas por el camino de piedras y raíces era màs emocionante y menos peligroso.



Finalmente todos abajo en la última poza y satisfechos como guerreros que regresan triunfales de la batalla, comenzamos a nadar hasta llegar al punto de salida y realizar el ascenso por un pequeño caminito que nos llevarà  de nuevo a la carretera.  Nuestros compañeros de turístico ya están allì esperando por nosotros y ¡ni Julio Cesar en sus mejores tiempos fue recibido con tanta gloria como nosotros!   Ropa mojada, carcajadas y un delicioso boing de fresa se quedan inmortalizados en las decenas de fotografías que todos tomamos de ese momento.  Algunos compañeros de turístico se arrepienten de no habernos acompañado mientras que otros nos preguntan còmo nos fue.    Como èsta actividad se llevo màs tiempo del esperado, todos de consenso estamos de acuerdo en realizar actividades grupales en la hacienda, habiendo para elegir entre rapel, tirolesa, sendero interpretativo con visita a las cuevas, ò quedarse a descansar plácidamente en las albercas …. En un tris, la tabla con la lista recorre el camión en manos de Miguel y los grupos se forman y se organizan. 

Alli en la entrada principal del hotel nos ataviaron de acuerdo a lo elegido y vámonos.  Yo me fui con el grupo de caminata  para no perder condición y ahora si parecíamos exploradores de verdad, hasta con casco nos equiparon.  Ivàn nuestro guía, nos mostrò las formaciones rocosas del lugar, algunas especies protegidas que hay en la hacienda, plantas, fòsiles y finalmente entramos a una cueva que se llama El Taninul II.  Bòvedas enormes, estalactitas, murciélagos y una que otra araña  le daban una excelente ambientación a este mundo de humedad y tinieblas, que si bien solo duraba unos 200 mts de largo pero fueron suficientes para ponerles los pelos de punta a màs de alguno con todas las historias de torturados y desaparecidos que nos narraba Ivàn, nuestro guia local.  Un paseo por el bosque de las “Patas de Elefante” gigantes y la entrada a la cueva Taninul II fue el final de recorrido. 


Pero allí no acababa todavía la ventura del dia… y brincando de lo extremo a lo mistico, rematamos con un delicioso temazcal a la luz de los cocuyos y las estrellas…. 


“Buenos días Grupo Colli, son las 5.05 de la mañana y ya vamos todos listos y en camino al Sòtanito de las Golondrinas”, que por cierto todo tiene menos golondrinas, ya que los pàjaros que viven allì se llaman vencejos de cuello blanco.  Tambien hay cotorros verde fosforescente y alguno que otro halcòn avispado que sabe que tiene el desayuno seguro todos los días en este lugar.  568 Escalones nos separan de la entrada a la cueva…màs un tramito de empedrado bien portado.  Llegas allì y te sientes pequeñito, pequeñito.  El cráter es enorme.  Un hoyo gigante en medio de la tierra al que te puedes asomar si te amarran con una cuerda, porque no vaya a ser la de malas que te vayas pa`dentro y ahora si que te llamabas…. Te acercas arrastrándote a la entrada mientras que buscas donde asir firmemente los pies y quisieras que tus manos trajeron crampones para pegarte a las piedras.  No se puede describir la sensación de asomarte a ver las entrañas de la Huasteca.  Todo se ve negro allà abajo.  Un negro tenebroso, oscuro, que sientes que te “jala” y que sabes que tiene el poder de tragarte… Comienza a pegar el sol y los pàjaros despiertan.  Son miles, millares.  Todos salen parejitos: suben en espiral y dan dos vueltas al cráter antes de salir disparados al cielo, aunque eso si, todos bien formaditos y en la misma dirección.  Los halcones pronto consiguen su lunch matutino y salen de escena.  Los pericos vuelan por pequeñas parvadas mientras que el sol hace que se vean brillosos.  Un lugareño nos dice que estos pericos son de cueva, no tienen la cabeza amarilla como los de costa…   Comenzamos el retorno y un curioso encuentra en el libro de visitantes la firma del presidente Calderon del dìa 28 de febrero de 2012, cuando fue a visitar el Sòtano y develar la placa que lo identifica como uno de las 13 Maravillas Naturales de Mêxico.   Entre el buzòn de sugerencias, alguien debería de pedir por lo menos un modelorama a la salida de la escalera ò ya de perdis un puesto de aguas frescas, porque eso de subir a pleno rayo del sol no es de Dios si no te espera algo bien helado al llegar arriba.


Un viaje maravilloso.  Unico.  Donde conocimos muchos nuevos amigos y también se refrendaron amistades pasadas.  Donde te das cuenta que no importan las distancias cuando lo que te mueve es la emoción por descubrir cosas nuevas y te queda ese delicioso sabor de saber què estàs en el lugar en el que perteneces…. 


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